Dicen que los ojos son el espejo del alma. Ramón Iglesias pulsó el disparador de la cámara y en un instante congeló la mirada de los vecinos que han querido participar en este proyecto. "Creo que en su mirada se reflejan sus circunstancias y sus experiencias vividas. Propongo al observador descubrir lo que le sugiere cada una de estas miradas. Obviamente, la lectura que hará el observador de cada mirada dependerá de su propia percepción, pero este es el reto."

En las miradas de este colectivo de personajes, además, cree que puede encontrar características propias del lugar que los une y los relaciona, sutilezas del entorno y de la forma de vida de esta comunidad. Este era el objetivo de la exposición, captar la mirada de la comunidad y percibir las características compartidas entre sus miembros. "Yo, que he vivido toda la vida en una gran ciudad, encuentro en las Miradas de Alaró un lugar común muy positivo."

Ramón Iglesias Ferrando nació en Barcelona en 1959. Arquitecto de profesión, dejó su ciudad natal hace tres años harto de su forma de vida, necesitaba un cambio. Después de un año viviendo en Chiang Mai (Tailandia), se instaló a vivir en Alaró. Quería volver cerca de su familia, pero no quería volver a la gran ciudad.

Desde su llegada a la isla se ha dedicado a compaginar una versión relajada de su profesión con la fotografía. Su afición por esta última viene de hace 40 años, pero desde el año 2014 se dedica exclusivamente al retrato. Le interesa observar y captar todo lo relacionado con la gente, coleccionar imágenes de personajes que considera que tienen algún interés. Fue en el sudeste asiático donde entendió que un paisaje puede ser bonito, pero si además hay presencia humana, el lugar se vuelve mucho más atractivo para él.

"Al llegar a Alaró, percibí que los residentes del pueblo vivían de forma relajada, que su expresión era muy distinta a la que yo recordaba de la gente de Barcelona, tenían un atractivo común. Este es un lugar donde conviven gentes de distintos orígenes, tolerante, abierto, se vive francamente bien. Fue entonces cuando propuse a mis vecinos compartir conmigo un proyecto: yo les haría varios retratos, y a cambio de cederles algunas imágenes para su uso, ellos me permitirían usar las fotos que yo decidiera para una exposición", explica el artista.

Al principio se apuntaron los residentes extranjeros, a los locales les costaba aceptar el reto. Pasados unos meses, un policía local de Alaró se avino a ser retratado con uniforme y salieron unas imágenes interesantes. Tal como se había convenido, él usó el retrato para su WhatsApp, y eso animó a los vecinos mallorquines, que entonces se fueron apuntando.

Después de nueve meses de retratar a 85 personas, el resultado han sido 107 fotografías en papel y un vídeo con 190 retratos.

Ramón Iglesias ha explicado que "la experiencia ha sido agotadora pero gratificante, me ha permitido conocer mejor a mis vecinos. Creo que las imágenes muestran la variedad propia del lugar. Y sobre todo, muestran las miradas de gente que vive en un entorno sano y agradable, un buen lugar para vivir", concluye el artista.