Una multinacional con sede principal en México quiere imponer sin estorbo su criterio y conveniencia. Le molestan las interpretaciones y la demanda de explicaciones, lo cual no es cuestión meramente formal porque significa que el amplio colectivo de trabajadores de Cemex en fase de despido está a oscuras. No sabe cuáles son los detalles del ERE, la condición de las jubilaciones y traslados o las indemnizaciones a percibir.
Con el paso de los días el plan alternativo de la reconversión de la planta de Lloseta está devaluando sus expectativas. Se desvela como un complot, entre la buena voluntad de la Administración y los intereses patronales, que no mantendrá tantos puestos de trabajo como se creía ni estimulará suficiente regeneración empresarial.
Se ahonda en una sensación de indignación y engaño que se canaliza a través de unas acciones de protesta cada vez más contundentes y drásticas. Ayer los trabajadores bloquearon la fábrica de Lloseta mientras sus compañeros insisten en Madrid para ver el plan de acompañamiento del ERE y preparan una huelga. Solo les queda la presión y la denuncia para hacer valer sus derechos.
