Félix Sánchez ni siquiera se lo había planteado. En sus planes no estaba el postularse como candidato del PP a la alcaldía de Inca, lo cual confirma que la elección última ha sido traumática pero puede resultar acertada. Las calabazas recibidas primero por Rosa Maria Tarragó para formar el equipo deseado y después el activismo y el protagonismo de Mar Nicolau en las redes sociales, quedan superados por el talante más bien discreto y técnico del designado en último extremo. Resta por ver si la política que le rodea y le ha catapultado le permitirá llevar a cabo la gestión que propugna. De entrada, tiene el acierto y la precaución de conformar una visión serena y realista.
Pero todo sigue entre bastidores y requiere consolidación. La estructura del PP de Inca todavía está deñada y necesitará apuntalamientos hasta que pueda sacudirse el pánico a la fuga de votos que se veía venir con las improvisaciones anteriores. Rafel Torres no queda en buena posición para seguir manteniendo las riendas de los conservadores inquers. No le queda más remedio que permitir, o contribuir, a afianzar el incipiente liderazgo de un Félix Sánchez en busca de electores.
