Poco después de las diez de la noche, el joven pollencí Samuel Rosende consiguió con lágrimas de emoción alcanzar el punto más alto del Pi de Sant Antoni en la Plaça Vella de Sant AntoniPollença, sede habitual de una de las tradiciones 'antonianes' más especiales de Mallorca y conservada celosamente por los pollencins desde generaciones atrás.

El pino que había sido talado días antes en la finca de Ternelles tenía una altura de 19 metros, tres menos que el árbol del pasado año que se rompió por la mitad se rompió por la mitaddurante las maniobras de entrada a la plaza, un hecho inédito que provocó varios heridos y este año ha obligado al Ayuntamiento a limitar la longitud máxima del Pi para facilitar su paso por las calles estrechas del centro de Pollença y su entrada a la Plaça Vella, donde cientos de personas esperan con ansia el momento de plantar el árbol en el centro para que los jóvenes más aguerridos intenten la proeza de culminarlo.

Por segundo año consecutivo, no había gallo vivo en la copa del pino en aplicación de la ley de protección animal, aunque no faltó el 'paperí' que el ganador esparce sobre el público de la Plaça Vella en señal de victoria entre la aclamación popular.

El pino, transportado desde Ternelles por cientos de personas en un ambiente festivo y amenizado por el sonido de las 'xeremies', llegó a la plaza poco después de las 19,30 horas. A diferencia del pasado año, la entrada del pino fue limpia y rápida, a la primera, lo que fue recompensado por el público con un largo aplauso. Las maniobras por el casco antiguo de Pollença fueron más sencillas que en ediciones precedentes debido a la menor longitud del árbol. No se produjeron incidentes durante el traslado del tronco.

Aproximadamente una hora después de la entrada del pino en la plaza, se instaló en el centro mediante un complejo sistema de poleas y se untó el tronco pelado del pino con un material deslizante para dificultar la escalada. Acto seguido, y bajo una lluvia cada vez más intensa que incluso añadió un plus de dificultad a la proeza, los jóvenes más atrevidos se enzarzaron en peleas para ser los primeros en intentar el ascenso. Nunca se alcanza a la primera. Antes, es necesario que los primeros aspirantes vayan eliminando el jabón del tronco para que los que vengan después (o los mismos, si todavía tienen fuerzas) lo tengan un poco menos difícil. Suelen organizarse en grupos de amigos que se apoyan mutuamente. A medida que pasa el tiempo, la dificultad arrecia, aunque también las fuerzas.