La medida llevaba largo tiempo esperándose y parece ser del agrado de los principales afectados, los policías locales y los ayuntamientos. Los agentes pueden jubilarse ya a partir de los 59 años en función del tiempo que llevan de servicio.
Con el real decreto que lo permite se da por hecho que una mayor juventud de los agentes se corresponde con mejor eficacia, inmediatez y capacidad de resolución, aunque no se puede generalizar y habría mucho que discutir sobre este particular.
También habría que interrogarse sobre estas prisas incontenidas de los agentes veteranos por marcharse y de los ayuntamientos por despedirlos. Los policías están cansados y desencantados y es posible que su experiencia sea un obstáculo para la docilidad política que persiguen muchos consistorios. Hay que replantear muchas cosas en los cuerpos de policía local, aparte de las jubilaciones.
En todo caso, el real decreto aprobado ahora crea situaciones particulares en cada municipio. Algunos de ellos, sobre todo los más pequeños, verán incrementadas sus carencias de efectivos policiales. La coordinación entre los distintos cuerpos y administraciones adquiere un nuevo rol y una oportunidad de demostrar que juntos se trabaja más y mejor.
