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Reportaje

Un año de túnel de Sóller gratuito

Pérdida de población, casas más costosas y la falta de aparcamientos son algunas de las consecuencias de la retirada del peaje

Un coche se dispone a pasar por el túnel de Sóller, en una imagen de ayer. guillem bosch

Hoy viernes se cumple el primer aniversario de un hecho trascendental en la historia reciente de Sóller. Tras haber luchado durante décadas para acabar con el ancestral aislamiento con la perforación del túnel, el 28 de diciembre de 2017 se daba el paso definitivo para que la galería subterránea fuera definitivamente gratuita para los conductores.

La consecución de esta meta no estuvo exenta de polémica y controversia política. Unos a favor de la gratuidad y otros reacios a levantar la barrera definitivamente. Argumentos y matices de ambos lados que se hicieron patentes en Sóller hasta que inesperadamente el túnel se hizo gratuito horas antes de lo previsto las autoridadesel túnel se hizo gratuito horas antes de lo previsto las autoridades, tras una decisión tomada a iniciativa de la empresa para chafar la foto de los políticos.

Un año después los sollerics hacen balance de lo que ha dado de sí un hecho con el que los conductores han dejado de lado el hábito de detenerse en la estación de peajes para pagar.

Falsos 'sollerics' y viviendas

El túnel ha llevado aparejado muchas connotaciones. Una de ellas es la disminución de la población en Sóller. Los denominados 'falsos sollerics' se han dado de baja del padrón municipal de habitantes porque ya no necesitan ser residentes para acceder al descuento del 75% en el coste del peaje. En el período comprendido entre enero y noviembre el padrón de habitantes ha registrado la baja de más de 800 personas que han cambiado su municipio de residencia, la mayoría de los cuales es atribuible al efecto túnel.

Una consecuencia más está en la vivienda. Los precios de compra y de alquiler se han disparado el último año, lo que ha provocado que muchos sollerics se hayan visto forzados a un éxodo para instalarse en municipios cercanos por la imposibilidad de hacer frente a unos precios que se colocan en las nubes.

Pero sin lugar a dudas hay dos que destacan por encima de las demás: ha llevado más gente al valle y se ha constatado que faltan aparcamientos públicos. Las colas en la carretera han sido muy frecuentes durante el primer año, especialmente durante la primavera, otoño y los días de lluvia con turistas conduciendo sus coches de alquiler sin saber a dónde ir.

La llegada de más gente no significa necesariamente que los negocios del valle se estén remojando en la abundancia.

El Port de Sóller ha sido el lugar que ha sido más beneficiado por la gratuidad del túnel. Durante la temporada turística el aparcamiento de coches ha sido muy difícil y el flujo constante de visitantes no ha dejado de brollar hasta el mes de diciembre. Por el contrario, en Sóller ciudad, las repercusiones positivas de la gratuidad han sido, si se mira desde la perspectiva del euro, más bien escasas. Lo afirman los propios comerciantes que constatan que el incremento de visitantes no ha ido en consonancia con las cajas que han hecho al acabar la jornada.

Tres comerciantes así lo corroboran. Rosana Fuentes regenta una tienda en la calle de Sa Luna y asegura que "los comerciantes esperábamos un buen año, pero dudo mucho que al final haya sido así". Añade que "no se ha notado el gentío que todos esperábamos, al menos en Sóller no la hemos visto, pero el movimiento económico ha sido similar al de ejercicios anteriores". Sin embargo, asegura que "creo que mucha gente ha ido al Port y no a Sóller".

Por su parte, David Estarellas, que regenta un bar en la plaza de la Constitución, asevera que "en momentos puntuales se ha visto más gente, pero en general ha habido prácticamente la misma que en años anteriores". Es decir, "continuidad". Este empresario no ve, por tanto, que el túnel de Sóller haya tenido consecuencias positivas ni en el movimiento económico del pequeño comercio ni en el sector de la restauración. Y añade una frase contundente: "Quien no ha venido a Sóller para no tener que pagar cinco euros, no hace falta que venga".

Jerónima Reynés es otra comerciante que no ve que la gratuidad del túnel haya supuesto un mayor flujo de entradas para los sollerics. Señala que "en general ha sido un año malo, porque hemos tenido que hacer el triple de trabajo para sacar el mismo cajón en cuanto a visitantes se refiere". La vendedora apunta que una gran parte de visitantes que ha paseado por Sóller "es gente con poco dinero que no hace compras".

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