En general, para arreglar las cosas, es suficiente con tener la voluntad de hacerlo y un mínimo de sentido práctico. Pero no siempre es así, aún sabiendo que el hecho de arrinconar y congelar acuerdos suele acabar con mayores problemas y gastos. En Binissalem lo están comprobando, una vez más, sin que todo sea atribuible a la precariedad de su gobierno municipal. Es más bien dejadez y alteración de conceptos y prioridades. Las consecuencias, para los residentes que ven incrementadas las dificultades de estacionamiento.
Ocurre en un lugar tan sensible como los aledaños de la estación del tren. Mientras se intenta un convenio con SFM para aparcamiento, que no se presenta fácil ya que pasa por expropiaciones, se está a punto de perder el actual, provisional, porque el Ayuntamiento no ha respetado el acuerdo verbal de pagar el IBI de los últimos cuatro años. Cierto que un consistorio no puede saldar estas cosas con meras conversaciones y que no tiene sentido el pagarse tributos a uno mismo. Todo esto se sabía en el momento de un acuerdo que resulta conveniente respetar aunque sea reconduciéndolo. Porque el aparcamiento es necesario.
