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El billete incluye servicio y respeto

Viajar no significa solo trasladarse de un sitio a otro. Comporta hacerlo con garantías mínimas de comodidad y seguridad. Estas premisas son especialmente importantes y hasta imprescindibles por lo que respecta al transporte público. Sin embargo, su incumplimiento no es una excepción, a la vista del devenir cotidiano y de las reacciones de los pasajeros y hasta de la misma Administración, por lo que respecta a las líneas regulares que serpentean por Mallorca con unos trazados que, por otro lado, no siempre se ajustan a la lógica y a la necesidad.

La práctica va demostrando que muchas veces es más complicado acceder al vehículo que servirse de él si se logra alcanzar su interior. Lo vienen acreditando unas quejas de los usuarios que, lejos de la exageración o el oportunismo, son avaladas por las sanciones que se imponen a los transportistas. Resulta significativo que una porción importante de las denuncias acabadas en multa tengan su base en el mal servicio que se presta las personas discapacitadas con incumplimiento de las condiciones de accesibilidad y la dejación de las obligaciones impuestas por los contratos de gestión. Es decir, que demasiados transportistas no llevan puesto el cinturón de seguridad de la sensibilidad y el respeto. El Govern ha llegado a descubrir buses escolares sin título para prestar este servicio.

Convendrá extremar, todavía más, la precaución a la hora de servirse del transporte público. Lo aconseja de manera indirecta la propia conselleria al declararse en alerta ante el hecho de que la mayoría de concesiones acaban en 2019 y pueden caer en la tentación de relajar sus obligaciones. Por lo visto, el billete no siempre incorpora respeto y servicio al usuario.

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