El ayuntamiento de Manacor es muy amigo del cartel. No hay semana en la que sus concejales no aparezcan en público portando el pesquín de promoción de un evento o convocatoria. Qué después la realidad se corresponde con el reclamo, ya es otro cantar. El mismo consistorio tiene alergia a predicar con el ejemplo. Haz lo que yo digo pero no repares en mis actos. Esta es su táctica. Hasta que los hechos se vuelven estridentes y delatores.
Una campaña municipal permanente recuerda la obligación de pasar la inspección técnica de edificios en función de la antigüedad del inmueble, pero resulta que el consistorio no somete a esta evaluación las construcciones de la que es titular. El olvido en el que se ampara la responsable de Urbanismo es un pretexto demasiado débil para apuntalar una gestión que, en materia de urbanismo, se mantiene apática, rutinaria y burocrática. Para eso se presentó la moción de censura que catapultó al actual gobierno. La definición urbanística había cogido demasiada velocidad y corría el peligro de volverse clara y sujeta a control. Hasta el Ayuntamiento predica ahora con el ejemplo de no respetar la norma.
