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La costumbre no se canjea por derechos

La tradición, la fuerza de la costumbre, la misma rutina o "el siempre lo hemos visto aquí", son avales insuficientes para consolidar derechos de interés y beneficio particular sobre espacios y concesiones públicas. En caso contrario, causarían una grave lesión sobre la igualdad de oportunidades, tanto por lo que respecta a la parte comercial como a la particular, la del vecino o consumidor.

La defensa de la igualdad se ampara en el sentido común, pero las políticas de hechos consumados, el dejar hacer y el paso del tiempo tienden a enturbiar la cuestión. En Mallorca, una revisión a conciencia de la explotación de espacios públicos, bajo concesión o simple tolerancia municipal, depararía más de una sorpresa. Por eso mismo sería aconsejable llevarla a término.

Gelats Valls formaba parte del paisaje urbano de Port de Pollença, parecía que había estado en la plaza Enginyer Roca toda la vida. Por eso, cuando el Ayuntamiento actualizó la concesión del apreciado lugar público y le fijó la fecha improrrogable de vencimiento en diciembre de 2015, parecieron tambalearse algunos cimientos. La heladería artesanal llevaba allí desde 1967.

La decisión municipal derritió la costumbre establecida. Sentó tan mal que provocó la petición de amparo a la Justicia por parte de los afectados. Ya hay sentencia. Es clara, lógica y consecuente. El juzgado de lo contencioso administrativo número dos de Palma rebate la fuerza de la tradición. Dice que entre 2010 y 2015 no constan peticiones ni autorizaciones de explotación del espacio público y que el Ayuntamiento está en su pleno derecho de otorgar provisionalidad, formas de concesión y plazos. Dicho de otro modo, la competencia empresarial ha obligado a salvar el espacio de todos y la igualdad de oportunidades.

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