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Lletra menuda

Política de hechos consumados

Aparte de cargar con la pérdida de empleo, los trabajadores a la deriva de Cemex deben soportar el peso añadido de ver cómo la política de partido y cámara parlamentaria hace leña de su situación y la política empresarial estaba decididamente entrenada para abandonarles a su propia suerte. Solo les queda la honestidad y algo de calor institucional. Les recibirá, en protocolo de consuelo, la ministra de Industria, Reyes Maroto y el conseller Negueruela les ayuda a sostener el mástil de la continuidad al tiempo que se indigna porque el PP hace "patriotismo de balcón" en el Parlament. Pero claro, de eso no come quien pierde nómina y vida profesional. También se puede hacer política de supervivencia con la chimenea caída de Cemex.

No es tan solo el cierre de la planta de Lloseta y la pérdida de trabajo, son los costes medioambientales y sociales que ello provocará y ya está ocasionando. En la carta remitida al conseller de Trabajo, los empleados denuncian que, con el fin de vestir el cierre, se han cargado a Lloseta costes de otros centros y que en los últimos tiempos, entre otras cosas, se ha emitido más contaminación a la atmósfera de lo que se hacía antes de 2012. Aún con este modo de actuar, siempre según la versión de los trabajadores ­-la empresa ni habla ni se presenta- el beneficio de Cemex es de tres millones de euros en el último ejercicio aunque, eso sí, había una previsión de seis.

Una gran fábrica devaluada como centro de distribución con un incremento de tráfico de 120 camiones a la semana. Este es el futuro que nos espera. Es la última forma de deambular de la pérdida constante de tejido industrial en Mallorca. Un alma en pena, ahora que se aproxima Tots Sants.

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