Para poder ser viable, mantener rentabilidad y prestigio, un sello comercial, sea del signo que sea, debe permanecer en plena sintonía con los tiempos, el lugar y la sensibilidad de la época en cuestión.
Si Calvià se empeña, por estricta necesidad de evitar la asfixia, en pulir su imagen turística, necesita, entre otras muchas cosas, que los touroperadores se pongan y actúen en la misma onda. Por eso la extinción de la marca de Thomas Cook destinada al exceso del turismo joven y el ocio nocturno cae su propio peso o, mejor dicho, por sus sobrados excesos.
Exprimido hasta la resaca permanente, más de cuatro décadas del Club 18-30 llegan a su fin. Ya no da para más, se ha vuelto contra los intereses de la zona que lo ha alimentado y el touroperador que lo ha canalizado. La alianza de ambas partes ha proporcionado pingües beneficios al sector en una época ya caduca y desprestigiada.
Llega la hora de pensar más en quienes están pegados a la tecnología y las familias que pueden satisfacer a una amplia porción del mercado y proporcionar mayor sosiego y mejor imagen. Son los tiempos de las clases medias con preferencia por la tranquilidad. No le caerán mal a Calvià para llenar los huecos dejados por los desmanes precedentes. Thomas Cook extingue este mes el Club 18-30 y abre la andadura de Cook's Club, concebido para millennials. La supervivencia radica en la capacidad de transformación y adaptación.
