Al paisaje no le basta el hechizo de su encanto natural, por muy exclusivo y deslumbrante que sea. Si se enmarca solo en su buena imagen queda petrificado primero y después descolorado como las viejas postales de antaño. Hay que mantener su vida propia o dársela si carece de ella.
No basta con el mero reconocimiento de la Serra de Tramuntana como patrimonio cultural tutelado por la Unesco. Su valor íntegro pasa por mantener y potenciar sus sistemas de vida y con ella, su producción agrícola y ganadera. Dentro de esta línea se enmarca la iniciativa del Consorci de la Serra para crear una marca comercial con la etiqueta del patrimonio mundial reconocido y que en una primera fase comercializará los productos específicos de la cordillera que tengan denominación de origen. Después vendrá lo demás, al amparo también de una submarca que podrá resaltar la calidad de los restaurantes, hoteles y otros servicios integrados en las particularidades del lugar.
No se trata solo de admirar y elogiar la Serra de Tramuntana. Se trata de evitar el peligro de mantenerla como mero museo natural sin vida.
