Los más jóvenes de Binissalem tenían hoy a mediodía una cita con la guerra, aunque los proyectiles eran inofensivos y lejos de herir, solo ensuciaban. Es la guerra dulce y pegajosa de la tradicional ´Gran batalla de raïm´, uno de los actos más esperados de las fiestas des Vermar que estos días celebra por todo lo alto la localidad del Raiguer.

Cientos de jóvenes ataviados con sus ropas más viejas se han enzarzado en una batalla de todos contra todos. En el centro de la explanada anexa al polideportivo municipal esperaban diez toneladas de uvas y otras cinco de rapa y restos de prensado.

Bajo la atenta mirada del dios Dionisos y al son de las ´xeremies´, los ejércitos juveniles esperaron el chupinazo antes de lanzarse como posesos hacia la munición, que en pocos minutos ya estaba esparcida por los cuerpos de los contendientes. Numerosas personas seguían las evoluciones de la batalla desde una distancia discreta, pero son pocas las que consiguen marcharse impolutas. Los proyectiles son de largo alcance.

Antes, la comitiva festiva había participado en la lectura del pregón desde el balcón del Ayuntamiento. Una vez pronunciado, se ha desatado la locura entre los más jóvenes, que todavía tienen por delante más de una semana repleta de actos antes de concluir una de las celebraciones más populares del otoño mallorquín.

Una vez finalizada la batalla, ha llegado el momento de ir a cambiarse de ropa y calzarse los trajes tradicionales de los ´trepijadors´ para participar en la multitudinaria comida popular a base de ´fideus de vermar´ que se ha celebrado en la plaza. Se calcula que más de 3.000 personas han participado en la comida.