Resulta imposible mover el tiralíneas en Mallorca sin que salte de inmediato sobre el proyecto un borrón de contestación social y otro de controversia política. Es la consecuencia de la actuación y corrección puntual en una isla abierta de par en par al mar y al ocio de huéspedes ilimitados. Con visión y previsión integral, asentada sobre la realidad, no habría desavenencia tan pronunciada entre los despachos y las prioridades de los usuarios de las infraestructuras públicas. Tampoco tanta desconsideración al medio natural.
Los vecinos de Campanet son conscientes de que necesitan una variante que alivie el tráfico en el interior del pueblo. Ya se pronunciaron sin paliativos sobre ello en 1992. El proyecto de entonces no fraguó, del mismo modo que no lo hizo el de 1998. El paso del tiempo no ha templado las cosas porque la previsión que hace ahora el Consell ha llevado al PP a montar una asamblea para hacer ver que la variante de último modelo no descongestionará el tráfico y al GOB a denunciar que se intenta colar como ronda urbana una carretera de veinte metros. Al Consell le salen baches en sus trazados antes de mover una sola piedra.
