En el centro geográfico de Mallorca, a poca distancia del observatorio astronómico de Costitx, semiescondidos entre una espesa garriga de ´ullastres´, descansan los restos del poblado pretalayótico de es Turassot, uno de los conjuntos de navetas residenciales mejor conservados de la Edad del Bronce balear (1.600-1050 A.C.), tan interesante como desconocido por el gran público.

Unas cincuenta personas han tenido hoy por la mañana la oportunidad de visitar la parte excavada del conjunto prehistórico, que en principio se extiende mucho más allá del sector conocido, y escuchar las explicaciones del equipo de arqueólogos que desde hace cuatro años trabaja en las campañas anuales de excavación financiadas por el Consell y el ayuntamiento de Costitx.

Es Turassot forma parte de la Ruta Arqueológica Sencelles-Costitx, un itinerario muy rico en elementos prehistóricos entre los que también destacan la Cova del Camp del Bisbe , el Santuari de Son Corró o el Talaiot de Son Fred, entre otros conjuntos de gran importancia.

El poblado fue descubierto a principios del siglo XX, en plena fiebre arqueológica motivada por el hallazgo de los Bous de Costitx en Son Corró. Los primeros estudios sobre Es Turassot se realizaron en los años 60 por parte de Rosselló Bordoy. Según han explicado los arqueólogos, Es Turassot alberga el poblado "donde vivieron los primeros ´costitxers´", que residían en el interior de las navetas que, a diferencia de las más conocidas de Menorca, eran residenciales y no funerarias. Hasta la fecha, se han documentado dos navetas dobles, una individual y una triple, una de las cuales ya está totalmente excavada. "Probablemente haya más escondidas entre las piedras y la vegetación; es el primer gran poblado de navetas del interior de la isla", apuntan.

Las navetas de es Turassot destacan por su monumentalidad, ya que conservan estructuras de piedras de más de 2,5 metros de altura, algo "único en la isla". Los visitantes han podido entrar en la naveta excavada y observar de cerca los elementos domésticos hallados en el suelo original de la construcción, como la hoguera, una pequeña despensa y una piedra donde se cree que manipulaban la carne de los animales, ya que se han hallado restos de huesos de cabras, bueyes y cerdos, entre otros objetos utilizados en el día a día de estos primeros mallorquines antes de mudarse a los talayots desde las navetas "de forma progresiva y programada". Por ahora se desconoce cuantas personas vivían en una naveta.