El foso romano de ses Salines pudo llegar a albergar y proteger a un campamento de entre 400 y 450 soldados. Así lo explica Tomeu Vallori, arqueólogo y director del proyecto de excavaciones de la estructura militar construida en la zona centro de lo que hoy es el pueblo durante el siglo II a.C.

Esta es la quinta temporada de trabajos para tratar de descifrar el máximo número de incógnitas posibles que quedan por conocer del único foso de estas características excavado en Mallorca. Dos semanas de trabajo que en esta ocasión han sacado a la luz, además de huesos de bóvidos, cabras o gallinas y trozos de cerámicas, dos pequeños hornos domésticos y varias estructuras de piedra de una edificación posterior al fosodos pequeños hornos domésticos y varias estructuras de piedra de una edificación posterior al foso, que probablemente se utilizara una vez éste dejó de tener su función defensiva y fue rellenado definitivamente.

Este es el segundo verano que el grupo de expertos, formado por arqueólogos y voluntarios, trabaja en lo que probablemente sea la zona menos 'contaminada' de lo que un día fue el foso. En un solar sin edificar muy cerca de la parroquia y que apenas ha sufrido modificaciones importantes del terreno. "Por eso agradecemos que tanto la familia Llull como el rector de ses Salines, Antoni Garau, hayan dado su apoyo y permitan estas importantes excavaciones, que son clave para conocer un recinto y una estructura defensiva única", señala Bernat Roig, alcalde saliner. De hecho, y tras unos primeros años en que la asociación Vadelleta d'Or se hizo cargo de los trabajos iniciales, el Ayuntamiento ha sido quien se ha puesto al frente del proyecto, que cuenta con el apoyo económico del Consell de Mallorca y que ahora deberá afrontar la redacción de un nuevo plan quinquenal para continuar.

Según concreta Vallori, el foso romano de ses Salines tuvo una superficie de entre 7.400 y 7.500 metros cuadrados, calculados desde la parte interior de la estructura, y aunque no es del todo regular, sigue los cánones constructivos de otros fosos similares descubiertos en la zona mediterránea. Con una profundidad de tres metros y una anchura de entre 3,40 y 3,50 metros, va estrechándose a medida que baja la cota, hasta acabar en una especie de canal cóncavo que permitía el desalojo del agua.

Pero aunque actualmente se conoce, a través de estudios del suelo, por dónde debió pasar el foso, también se sabe que no será posible excavarlo en su totalidad, puesto que al cubrir y coincidir con la zona centro donde está el edificio consistorial, muchas de las viviendas de la zona incluso utilizaron en su día parte de la obra romana como pozo particular, o fue simplemente eliminado para construir los cimientos.

Lo que sí se está estudiando es la posibilidad a medio plazo de realizar una especie de plano y alzado en tres dimensiones, para que todo aquel que esté interesado pueda consultar cómo era y por dónde pasaba el foso, así como poder marcar sobre el actual terreno la dirección que seguía. De momento, los restos encontrados deberán ser ahora estudiados y llevados al Museu de Mallorca.