El día que el apeadero de enlace de los trayectos de Manacor y Sa Pobla con el de Palma deje de ser necesario podremos empezar a hablar de un tren con toques de modernidad en Mallorca. Eso, siempre que se nivelen las plantillas y cuadren horarios y disponibilidad de vagones, claro.
Por lo que afecta a la conexión eléctrica, el logro parece que está a la vista. Sin embargo, la noticia sigue estando en el hecho de que haya tardado tanto y no en el objetivo que ahora se consigue a base de grandes impuntualidades de convenios ferroviarios y descarrilamientos políticos.
A finales de octubre no será necesario hacer transbordo en l'Enllaç para ir de Sa Pobla a Palma o viceversa y dicen que a finales de año ocurrirá lo mismo por lo que respecta a Manacor. No es solo cuestión de comodidad, importa también la seguridad y la eficacia, la capacidad de prestar mayor y mejor servicio en una isla agotada por el vehículo privado y con evidentes déficits de un transporte público incapaz de atender a la demanda y a la conveniencia ecológica y social. Al tren de Mallorca le faltan muchas cosas más que una conexión eléctrica con Sa Pobla y Manacor.
