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Lletra menuda

Hijos de la ilustre controversia

El ayuntamiento de Santa Margalida acaba de consolidar la figura del vilero reconocido y controvertido. No solo eso, ha habilitado una galería específica para ellos, abandonándolos a la permanente polémica y crítica. No cabía esperar menos de un alcalde, también controvertido, como Joan Monjo. Qué no decaiga el nivel.

Ha pasado el tiempo de desempolvar a Juan March como hijo ilustre de Santa Margalida. Ni siquiera la apelación a la filantropía sirve de pretexto ahora para recuperar una distinción olvidada. A la hora de los reconocimientos, de una persona importa el conjunto de su trayectoria íntegra y no solo el aspecto que interesa explotar en un determinado momento. Tal como están las cosas, de Juan March no se reconocen méritos, se atiza el debate sobre su figura.

Un ayuntamiento no puede otorgar honores con medio consistorio ausente. Hacerlo así significa que ha despreciado la noble obligación de cultivar el diálogo y el consenso.

En cuanto a Feliciano Fuster, hubiera sido más honroso incrementar esfuerzos para procurar una salida efectiva y práctica para el legado inmobiliario que dejó a la Vila. Este es el mayor y mejor reconocimiento que puede hacerse a su persona.

Rafel Bordoy, el biógrafo de Fuster, reconocía hace poco en una entrevista a este periódico que el expresidente de Endesa o, si se quiere, el amigo de Felipe González, sigue siendo un personaje controvertido en Santa Margalida. Siempre hay quien sostiene que no hizo lo suficiente en pro de su pueblo natal.

Hubiera sido mucho mejor dejar las cosas como estaban, semi olvidadas. Los pueblos necesitan reconciliarse con su pasado. No fracturarlo.

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