Hubo un tiempo en que los alcaldes dictaban bandos y firmaban decretos. Hoy prefieren estar a la última en comunicación social instantánea, hacerse el simpático y mantener protagonismo público. Que todo ello pueda traducirse en capacidad de gestión resolutiva ya es agua de otro costal.
El alcalde de Inca reacciona con una parodia en vídeo frente a otras imágenes de un vecino que pretende denunciar el supuesto amontonamiento municipal de basura. Todo ello se inscribe en las dificultades y la falta de complicidad vecinal en la recogida selectiva iniciada en la barriada de Crist Rei. En Felanitx, donde la resaca de Sant Agustí ha dejado un verdadero basural callejero, ya hicieron otras comicidades semejantes para estimular la selección de residuos.
El asunto es más serio de lo que aparenta. La bofetada inocua que pretende dar Virgilio Moreno a quienes no saben o no quieren reciclar, es una nueva expresión, quizás también un signo de impotencia o incapacidad, dentro del cruce de bofetones colectivos que supone la eliminación de desechos urbanos. No basta el humor. Se requiere mayor sintonía entre vecinos y ayuntamiento.
