La Mostra de Cuina nocturna que celebra la localidad se ha consolidado como uno de los principales atractivos del programa de sus fiestas populares. Así se evidenció el pasado sábado, con una concurrida asistencia, formada por personas de la tercera edad, familias con sus retoños y jóvenes dispuestos a degustar los platos que ofrecían los bares de la localidad. La muestra tuvo lugar en la calle Rector Nadal Munar, desde las nueve de la noche.

Los locales ofrecían platos al módico precio de cinco euros con una bebida. Al igual que en pasadas ediciones, se pudieron degustar las albóndigas de Can Teades, las croquetas de Rodaballo del Rustic, las trompetas de gambas del Pintinyo, berenjenas rellenas de S'Oficina, los rollitos de pescado rellenos de marisco de Ca na Maria, salpicón de pulpo de Can Sebastià, el llom amb esclatassangs del Bar Es Club, y la novedad era la del Janka, que ofrecía chorizo criollo. Muchos de los locales también ofrecían hamburguesas para los más pequeños.

Sobre las nueve y media, la calle Rector Nadal Munar estaba llena de gente y, en algunas paradas, incluso había cola para poder adquirir un plato. En las mesas que algunos bares habían instalado en arterias adyacentes, como la calle Joan Bestard, difícilmente se hallaba alguna mesa vacía, y lo mismo se podía aplicar a las paradas, donde había mucha gente comiendo de pie, utilizando unas mesas altas, instaladas por el Consistorio. Aparte de la Mostra de Cuina, los visitantes tenían otra opción de disfrutar de la velada. En la calle vecina de Sant Bartomeu, se había instalado como en años anteriores el mercado artesanal, desde las ocho de la tarde. A medida que transcurría la noche, fueron aumentando las visitas a este mercado.