La desaladora de Son Ferrer Actualmente, la instalación se encuentra cerrada, desmantelada y en un estado lamentable de conservación, como denuncian vecinos de la zona.

Una simple ojeada por el lugar evidencia que se han llevado todo aquello que podía tener algún valor. Las puertas están reventadas. Los grafitis se han adueñado del recinto, mientras que la maleza lo invade todo. La zona que servía como oficina presenta muchos papeles esparcidos por el suelo.

La historia de la instalación se remonta al cambio de milenio, cuando la sequía asolaba la isla y las administraciones buscaban soluciones a contrarreloj para afrontar la situación.

El 7 de junio de 2000, el Consell de Govern acordaba declarar la emergencia de la instalación de la desaladora portátil de Son Ferrer, declarando también urgente la ocupación de los terrenos necesarios. Se construyó y se puso en funcionamiento sin ningún tipo de licencia de obra ni actividad, tal y como concluyó una sentencia judicial.

La desaladora fue construida en octubre de 2000, como otras tantas que se pusieron en marcha en aquella época para intentar paliar la gran sequía que afectaba a Mallorca. Aportaba unos 5.000 metros cúbicos diarios de agua, lo cual hizo que la calidad del agua mejorase sustancialmente, ya que, al estar los pozos sobreexplotados, el agua que se extraía hasta ese momento era de muy baja calidad.

Poco tiempo tardaron los vecinos en quejarse de las molestias que causaba esta desaladora. Los residentes empezaron a protestar por el ruido que causaba, sobre todo por la noche.

Se realizaron mediciones y se determinó que no sobrepasaba los decibelios permitidos. Aun así, se insonorizó la pared que daba a las viviendas más cercanas, pero no funcionó. El problema real no radicaba en el ruido, sino que eran las vibraciones que emitían los motores de la desaladora; vibraciones que se transmitían a través del suelo a los cimientos de los edificios y cuando la gente quería dormir no podía conciliar el sueño debido a estas vibraciones en forma de zumbido.

El problema de base fueron las prisas con las que se levantó la instalación. Esa urgencia hizo que no se planease la construcción con la calidad que debiera y ello provocó una serie de errores que se tradujeron en graves molestias a los vecinos, que acabaron denunciando la situación y que concluyeron con el cierre precipitado de esta desaladora, que ahora se encuentra abandonada.