Con una temperatura más suave que en días pasados y muchísimo público, se celebró el pasado viernes, en Maria de la Salut, la Fira de la Tomàtiga de Ramallet; la primera de las dos ferias nocturnas que el ayuntamiento organiza anualmente en el mes de agosto. La protagonista fue, como no podía ser de otra manera, el tomate de Ramallet, y el principal atractivo, el monumental enfilall de esta fruta (considerada como hortaliza, aunque no lo es), que midió poco más de 20 metros, con un peso de unos 180 kilogramos.

En el centro de la plaza des Pou tuvo lugar una nueva muestra, a cargo de vecinos de cómo se enhebran (enfilan) estos tomates de Ramallet para elaborar las ristras (enfilalls) que permiten poder disponer de esta sabrosa fruta, tan utilizada en la gastronomía mediterránea, durante todo el año.

Los visitantes llenaban la plaza y las terrazas de los bares estaban tan abarrotadas que resultaba casi imposible encontrar mesa si no se había reservado previamente.

Artesanos

Entre los visitantes, caras conocidas y algunos que acudían por vez primera, como el caso de Junter y Alonso que se dedican a la artesanía de tallas marinas: cangrejos, langostas, tortugas, tiburones y todo tipo de peces “la mayoría los realizamos con madera tropical. Hace unos tres años que nos dedicamos a ferias y mercados y tenemos un puesto fijo en la Playa de Muro”.

En la parada de Savinanegra, Nuria, una canaria que hace ocho años que reside en sa Pobla con Pep, un vecino de la localidad, todo tipo de artesanía en madera y textil, “nos dedicamos a asistir a las ferias de pueblo, en esta es la segunda ocasión que hemos venido. Nos gusta mucho y sobre todo quedo impactada por el gigantesco enfilall de tomates que han levantado, parece que toca el cielo”, explica Nuria.

Marga, Maria y la pequeña Margalida son de Manacor, ofrecen artículos “tot fet a ma”: bolsos, monederos, estuches, mochilas… “Hace unos tres años que aparecemos en una feria cada semana. En esta es la segunda vez pero en la que hacen en septiembre ya hace unos cinco años que venimos. Esta es muy mallorquina y nos gustan estas ferias pequeñas porque son las más agradables y con un ambiente tranquilo y acogedor”, comentan las tres. Los de la 2ª Ona elaboraban los típicos bunyols, los del Rock’n’Rostoll y la Mariatucada vendían sus camisetas y cactus. ‘Sa botiga des banc’, ofrecía sus últimas novedades.