Una de la carreras más populares del verano mallorquín, La cursa nocturna de Sant Llorenç, cumple este lunes 25 años. Para esta edición el consistorio ha preparado un acto sorpresa que tendrá lugar en la plaza del Ayuntamiento a las 22,30 horas. Seguidamente se dará el pistoletazo de salida a la vigésimo quinta edición, donde los participantes vestirán de amarillo, color elegido para este año.

Un cuarto de siglo después

La idea de la carrera nace a principios de la década de los noventa, cuando un grupo de jóvenes decide crear una asociación juvenil. En aquellos momentos las dependencias municipales de s'Escaleta aglutinaban los departamentos de Servicios Sociales, Cultura, Juventud y Educación. Allí, los jóvenes encontraron una aliada en la psicóloga Antònia Girat, que les ayudó y animó a crear la asociación, que a la postre se llamaría Lleure a lloura.

Poco después nos cuenta Antònia, decidieron organizar una carrera algo diferente, así que se propuso hacerla de noche, y buscarle un nombre: Més sans que un gra d'all, ya que entre el grupo de jóvenes había dos que destacaban: Pep Galmés y Tomeu Caldentey, actualmente convertido en un gran cocinero de renombre internacional.

Será en el año 1993 cuando se celebre la primera edición con unas 300 personas, básicamente, organizadores y jóvenes del municipio; poco más. Una vez finalizada la cursa, siempre con el mismo recorrido por las céntricas calles de Sant Llorenç, con salida y llegada en s'Escaleta, sede de los Servicios Sociales. Ante las muchas exclamaciones de "¡Qué calor hace!" y de una manera totalmente inocente y sin premeditación alguna, Antònia Girat , situada en la ventana de su despacho para ver el panorama, lanzó la poca de agua que le quedaba en la botella que tenía en la mano sobre sus cabezas.

Fue entonces cuando la multitud irrumpió en cánticos de alegría y empezó a pedir más y más, hasta el punto que con la ayuda de otras personas, se llenaron cubos de fregar y desde el mismo sitio los lanzaban sobre el grupo, que los recibía con entusiasmo.

De esta manera se instauró el lanzamiento de agua sobre los participantes, que con los años ha ido creciendo. Actualmente, vecinos y locales de ocio que se encuentran en el recorrido, refrescan a los participantes durante toda la carrera a base de manguerazos, lanzamientos de cubos de agua, aspersores colocados en las ventanas de las casa cruzando la calle y hasta en alguna ocasión, vecinos instalaron una mini piscina delante de su casa, para que los participantes pudieran darse un chapuzón.

Hasta los 4.000

En 1994 la segunda edición ya contó con 900 participantes y desde entonces ha ido aumentando hasta llegar a los 4.000. Solo para esta edición ya se han vendido 3.800 camisetas conmemorativas, aunque no todos suelen vestir con esta indumentaria.

La participación es cada vez más diversa, son muchos los mallorquines que aprovechan cada 13 de agosto para acercarse hasta Sant Llorenç des Cardassar para correr la Més sans que un gra d'all y refrescarse a base de lanzamientos de agua.