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Santa Maria

El coleccionista de viejas máquinas de coser

Miquel Amengual, vecino de Santa Maria, conserva en su domicilio numerosos ejemplares que actualmente son auténticas piezas de museo

Miquel Amengual posa junto a una máquina de la marca alemana ´Pfaff´. miquel bosch

En el transcurso de la última Fira de Santa Maria, Miquel Amengual Amengual expuso en su domicilio toda su colección de máquinas de coser, algunas de ellas del año 1860, solo nueve años después de la primera patente de la firma norteamericana Singer. En su domicilio ha conseguido reunir una cincuentena de máquinas de distinto tipo y épocas. Su padre inició esta colección que él luego continuó.

El padre de Miquel Amengual era vendedor de máquinas de coser para una tienda de Palma. Cuando conseguía vender una, el comprador solía entregar la vieja y si era de su agrado, en lugar de enviar la máquina a la fábrica para su fundición, se la quedaba. Su esposa también le ayudaba y a todas aquellas clientas que adquirían una nueva máquina, les daba cursillos de bordar de manera gratuita, ya que en su domicilio enseñaba a otras mujeres este arte.

Al fallecimiento de su padre, Miquel continuó con la tradición ayudando a su madre en la reparación de máquinas que les llevaban a su casa y en la venta de las mismas.

En la exposición que se pudo ver, además de las máquinas de coser tradicionales también hay máquinas de remendón de zapatero, concretamente de la marca Singer, junto con otra de la misma marca utilizada para coser piel. A pesar de su antigüedad están en un perfecto estado de conservación.

Las mejores marcas

La marca norteamericana Singer fue creada por Isaac Merrit Singer, en el año 1851, patentándola al año siguiente. En España la empresa Rápida de Barcelona, a partir del año 1949, bajo patente construyó las máquinas Singer.

Otra de las marcas mas populares en los inicios de estos aparatos también tienen cabida en la colección. Es el caso de las máquinas de coser Wertheim, fundada en el año 1860 por el alemán Jos Wertheim, cuyo hijo creó una filial de la casa en Barcelona en el año 1870, donde se fabricaron los modelos de estas máquinas que se vendían en el Estado español. Posteriormente fue la empresa Rápida, en el año 1920, la que pasó a construir estas máquinas.

No faltan en la colección máquinas de coser de la fábrica española Alfa, cuyo construcción se inició en el año 1925. A los dos años la producción era de 127 unidades anuales, y en el año 1928 recibió un pedido de 800 unidades por parte del gobierno para dotar de estas máquinas a las escuelas nacionales de enseñanza femenina. La empresa sigue hoy fabricando máquinas de coser. Durante la segunda Guerra Mundial, aprovechando que la potente marca Singer fabricaba armamento, llegó a construir 50.000 unidades en un año.

Igualmente, en la colección no podía faltar otra de estas históricas marcas como la alemana Pfaff, fundada en el año 1862.

Máquinas portátiles

Pero sin lugar a dudas lo que sería la joya de la corona son las máquinas portátiles, que únicamente las personas con un poder adquisitivo alto podían adquirir. Estas pequeñas máquinas, que hacían el trabajo de las convencionales, eran compradas por todos aquellos que tenían segundas residencias para pasar el verano.

Entre ellas existe una AW Spencer, en cuya placa puede leerse lo siguiente: A. W. Spencer, St. Johnn Square, Cardiff. Esta pequeña máquina data del año 1850.

En otro lugar tiene toda una colección de estas pequeñas máquinas que no llevan marca, pero en unos cuadros que hay sobre las mismas se indica que pudieron ser construidas entre los años 1856 y 1870.

Todas estas máquinas trasladan a la persona que las observa a un tiempo no relativamente pasado, cuando era normal, por no decir imprescindible, que en cada hogar hubiera una máquina de coser. El progreso y las nuevas tecnologías, así como la incorporación de las mujeres al mundo laboral, ha provocado que poco a poco estos máquinas, antes imprescindibles, hayan sido relegadas al olvido, unas como meras piezas decorativas, otras en el desván o directamente destruidas.

Miquel Amengual está orgulloso de esta colección y que por primera vez ha expuesto este año para que sus conciudadanos la pudieran contemplar. No obstante, lamenta que al estar fuera del recinto ferial fueran pocas las personas que pudieron disfrutar de estas piezas de museo.

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