El alcalde de Petra, Martí Sansaloni, y el interlocutor provincial de la Orden Franciscana Menor, Juan Carlos Moyà, se reunieron ayer en el despacho del primer edil para tratar los pormenores y consecuencias de la marcha anunciada de los frailes del pueblo. Entre ellas qué pasará con sus propiedades y los distintos servicios que hasta ahora prestaban.

Según ha podido saber este periódico, los franciscanos no tienen ninguna intención de vender sus inmuebles en Petra (ante el temor de que pudieran ser vendidos a privados o convertirse en hoteles de interior), e incluso han mostrado su intención de llegar a algún tipo de acuerdo con el consistorio petrer para que sean utilizados con fines sociales.

Tras la sorpresa inicial del anuncio de la marcha de los cuatro franciscanos que quedan residiendo en el convento de Sant Bernardí, adelantada hace unos días por DIARIO de MALLORCA, se sabe que el abandono "decidido a partir de un punto de vista vocacional" se llevará a cabo después de agosto y de manera gradual y escalonada.

"Lo que he intentado transmitir al interlocutor provincial es que en Petra disponen, entre otros, de un edificio singular y protegido por ser Bien de Interés Cultural (BIC), por lo que era importante que quedaran como parte de la sociedad local", explica Sansaloni, que desde el primer momento ha intentado que el legado patrimonial de los franciscanos quedara vinculado a los petrers.

Y si ayer se reunían con el alcalde, la representación de la comunidad menor hizo anteayer lo propio con los consejos parroquiales de Petra y Sant Joan, municipios de los que el franciscano Miguel Almiñana es todavía rector hasta que no se nombre un relevo.

Además de la iglesia y lo que queda de recinto conventual, los franciscanos cuentan con el inmueble donde actualmente se sitúa la sacristía, otra casa vecina y una especie de garaje que da al carrer Major, donde existen unos históricos frescos.

Según anunció la comunidad, ello es debido a un plan de reestructuración anunciado por la orden y que afecta a la nueva provincia de La Inmaculada y a conventos como los de Lorca, La Salut de Barcelona o Mérida, que también cerrarán en breve sus puertas, "para potenciar nuestra vida fraterna y nuestra misión". Aunque resulta obvio que la falta de un relevo generacional condiciona demasiado la continuidad de los cuatro franciscanos levantinos en un pueblo que llegó a ser muy importante dentro de la vida franciscana mallorquina, y de donde nació la fe evangelizadora del hoy santo Juníper Serra en el siglo XVIII.