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El inquietante lastre del tren

Por si no fueran suficientes las carencias y debilidades del transporte en sí, el servicio ferroviario de Mallorca también lleva enganchado a sus convoyes un complejo lastre de incidencias que complican la vida de los trabajadores y de los usuarios con responsabilidad y civismo normalizado. Es como si todas las dificultades y frustraciones sociales acabaran colándose y tomándola con el tren como pasa con tantos otros elementos y espacios del patrimonio público. Miren los últimos episodios de pintadas en la playa de Es Carbó y la muralla de Palma. Resulta comprensible que la ministra de Educación hable de la imposición de una asignatura de valores cívicos obligatoria en las escuelas y a cuyas clases no estaría de más que acudieran algunos padres.

Pero volvamos al tren, que es el tema que nos ocupa hoy, aún a pesar de que su aspecto descuidado no invite en exceso a subirse a él. Serveis Ferroviaris de Mallorca registró el año pasado una media de dos casos de incivismo diario de toda índole y distinta gravedad. Van desde el pillaje de colarse en los vagones sin billete a una denuncia por amenaza sexual. Abundan, como salta a la vista, las alteraciones por vandalismo y pintadas, sin olvidar una docena de agresiones y amenazas o insultos a vigilantes, conductores y pasajeros. Todo ello ocurre a pesar de que en el último año se han reforzado las medidas de control y vigilancia.

SFM, que suele adolecer de carencias presupuestarias para provisiones elementales, se ha visto obligado a gastar en 2007 más de 26.000 euros en reparación de daños causados por actos vandálicos.

El fenómeno es muy complejo y preocupante pero está claro que el respecto a lo público y colectivo va a la baja desde hace bastante tiempo y el tren, probablemente por su condición de transporte frágil, es uno de los elementos que acumula mayor lastre de tanto embalaje de frustración y carencia. Lo hace poco a poco, día a día, como si fueran salidas de tono puntuales, pero sin embargo, la continuidad hace que dejen gran huella y deterioro. Se percibe a simple vista y por si quedara alguna duda lo corroboran los datos aportados a nivel estatal por el Observatorio de civismo en el transporte ferroviario. Es más, visto el estado de los trenes de Mallorca y algunos comportamientos que transporta, mucho nos tememos que el estudio puede haberse quedado corto en los aspectos negativos. Una cosa es lo que ocurre realmente y otra lo que se registra a nivel oficial.

Visto el panorama actual, no quedará otro remedio más que incidir en la necesidad de incrementar los niveles de vigilancia y control y en la exigencia de responsabilidad de quienes se acercan a él o se adentran en sus vagones. Con civismo y tranquilidad el tren llega antes y mejor a su destino y ofrece su aspecto más amable.

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