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Lletra menuda

El desgarro de las heridas abiertas

No se están abriendo las heridas de la Guerra Civil, se están reparando, mal porque el paso del tiempo no perdona, las cicatrices de la injusticia y la barbaridad tapadas en falso con tierra y silencio de por medio, que no olvido. Es un pequeño alivio dentro de la resignación impuesta por los hechos. No se puede hacer más.

Desde que el ayuntamiento de Sant Joan se aviniera a excavar las fosas de los mariandos fusilados en su cementerio y después con la ley de personas desaparecidas, la escena se va repitiendo de manera periódica con un calendario del que todavía no se conoce el final, muestra de lo mucho que resta por hacer y de la dificultad de la labor.

Ha llegado el turno de Alaró. Con la excavación iniciada ayer en el cementerio de esta localidad se espera hallar los restos del alcalde de Mancor de la Vall, Pau Crespí y su hijo Onofre, fusilados en las cuestas de Tofla, el 20 de octubre de 1936.

En las exhumaciones actuales brota la emoción serena y el silencio respetuoso. Las autoridades asisten a ellas en un intento de vestirlas de realce y dignidad o darles una pátina institucional. No es solo una operación de concienciados y de familiares que piden algo tan sencillo como el luto tardío, la buena memoria de los suyos y el reposo de sus restos en el lugar que consideran oportuno. Mallorca seguirá viviendo en los próximos meses un goteo de recuperación de fusilados. Mejor tarde que nunca.

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