Los pequeños, en capacidad de influencia y dimensión, siempre acaban perdiendo. Las restricciones de pesca impuesta en el mar balear para que los caladeros de atún rojo pudieran rehacerse, han sido especialmente severas con la flota artesanal de las islas.
No se cuestiona tanto una medida de corrección de excesos anteriores, sino el hecho de que, en la práctica, la capacidad de pesca durante el periodo de reparación, haya sido superior para las grandes embarcaciones en detrimento de las de menor dimensión. Ha sido una veda directa a la flota balear, que ahora se corrige en parte, después de muchas presiones y reivindicaciones. La Secretaría General de Pesca, dependiente del ministerio de Medio Ambiente, acepta al fin restablecer los derechos de pesca tradicional y se compensa la limitación padecida hasta ahora permitiendo que de las 298 embarcaciones autorizadas, 106 sean de Balears.
Había una evidente desproporción en la veda marcada a los atuneros. Se confía en que el actual sea el último año marcado para la reparación de la especie. Los bancos de atún rojo se han regenerado hasta el extremo de poner en peligro el equilibrio de otras especies. Ganan los pescadores porque podrán dedicarse a una captura rentable, pero también se beneficia el consumidor de la isla que ahora podrá saber que compra atún fresco y de aquí.
