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Lletra menuda

Alzar la bandera al turista

Que el ayuntamiento de Calvià recurra a llamativas banderolas para advertir a turistas incívicos de las suculentas multas que pueden caerles en caso de extralimitarse significa que no queda otro remedio que el de alzar al viento la desesperación municipal por poner un mínimo de orden en las calles calientes de Magaluf y Santa Ponça. Es la misma impotencia que lleva a suplicar al Govern la regulación del 'todo incluido' o que al menos se limite el consumo de alcohol por esta vía. No puede ser que la barra libre de los hoteles desemboque en borrachera de incivismo en la calle.

Por efecto de la misma ineficacia experimentada hasta ahora, se ha bajado el nivel, lo cual es nítidamente expresivo de la degradación que se padece con impotencia para levantar de ras del suelo la imagen de Calvià. Ya no se trata de la cordura que debería invitar a los comportamientos cívicos en público y a respetar los derechos de quienes carecen de interés por el maratón de juergas. No, todo se reduce a la amenaza económica para quienes acostumbran a rascarse el bolsillo a base de excesos en consumiciones etílicas. Se han elevado las cuantías que hasta ahora contemplaba la Ordenanza Municipal para el Fomento de la Convivencia de Calvià. Ir desnudo por la calle, chillar, enredarse en peleas o molestar al prójimo puede significar una multa de 400 euros. El año pasado ya se pusieron 68 sanciones por practicar nudismo en la vía pública.

Banderolas en las calles y etiquetas en las redes sociales hablan del esfuerzo municipal por poner un poco de orden y control pero, visto cómo está el patio, se antojan a priori dos herramientas de eficacia dudosa. Lo decimos porque mensajes sobran en las redes y reclamos en los rótulos callejeros también. Además, al turista desinhibido, vaso en mano y grito encendido, le cuesta más que a nadie distinguir el grano de la paja y reconocerse como ciudadano común.

Es probable que estemos ante una carrera de fondo, una prueba de resistencia. Costará tiempo y aguante el erradicar el incivismo y la borrachera de las calles calientes de las zonas turísticas. Nos tememos, además, que para ello será insuficiente el empeño de la Administración. Falta complicidad de agentes sociales y turísticos.

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