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Sin término medio ni control

En la isla colapsada se sobrevive a base de parches, cuando se logra destapar un hueco se tapona otro. Improvisación a falta de previsión y control. Con ello, las medidas de urgencia pueden lesionar los derechos adquiridos y la igualdad. No es una lacra exclusiva de Mallorca pero los límites de la insularidad y la estación de transferencia de coches de segunda mano colados como alquiler, en la que se ha convertido este territorio, lo complican mucho más.

El peaje del túnel era un agravio para los sollerics. El Consell ha rescatado la concesión y, con las barreras levantadas, las visitas ocasionales al valle se multiplican. En Fornalutx y Sóller hay colapso y problemas de aparcamiento aunque el alcalde de este último municipio dice que no tiene por qué cundir el pánico, que todo pasará igual que pasa una borrasca momentánea. Es la novedad y la moda de jóvenes ávidos de diversión. El estado de opinión de la población en general y hasta de los hoteleros no parece ser el mismo que el de Jaume Servera.

Este verano empezarán las restricciones y el bus lanzadera para alcanzar el faro de Formentor, al estilo de los que ya funcionan en la costa de Santanyí y Campos. En Cala Varques de Manacor habrá más barreras y obstáculos. También hay que pensar en la seguridad de todos. En fin... No hablaremos del colapso de Palma porque esta es una página de Part Forana pero no podemos olvidar que las excursiones de cruceristas y hoteles boutique alcanzan cualquier extremo.

La masificación turística ha llegado y se queda. Si se reduce, en una primera impresión ya, la etiquetaremos de drama económico. Nos movemos por impulsos, en lo bueno y en lo malo. La isla de la calma ha pasado a mejor vida y la tranquilidad de sus residentes también. Hoy tenemos fiesta. Divertámonos sin prevenir resacas.

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