Aunque muchos vecinos no lo hayan notado, hace unos días que del interior del campanario de la parroquia de Nostra Senyora dels Dolors de Manacor, salen ruidos metálicos, voces e indicaciones. Se trata del montaje de unos espectaculares andamios que van subiendo la emblemática construcción neobarroca, desde abajo y hasta la parte superior.

Los trabajos vienen motivados por la necesidad de mejorar la seguridad del campanario mediante la consolidación y substitución, donde haga falta, de las piezas o tramos del pasamanos que rodea toda la escalera que da vueltas a la estructura y que permite acceder a la parte superior y la zona de campanas.

El año pasado el ayuntamiento de Manacor obligó, como en muchos otros edificios antiguos, a realizar una revisión e inspección del estado de conservación del templo mayor de la ciudad, dentro de una primera tanda de análisis de construcciones entre finales del siglo XIX y principios del XX.

Hecha también después la inspección y valoración pertinente por parte del arquitecto técnico del Bisbat de Mallorca, éste elaboró un informe que fue remitido al Ayuntamiento, en el que se hacía constar el estado deficiente del pasamanos de la escalera que conduce arriba de la torre, donde a simple vista se pueden ver desperfectos que, en algunos casos, dejan a la vista las varillas metálicas del cuerpo de piedra.

Casi en silencio

"Ahora, obtenido el permiso municipal, se está realizando casi en silencio, la complicada y costosa obra en este edificio catalogado y emblemático de nuestra ciudad", explica el rector de la parroquia, Andreu Genovart.

La empresa constructora ha declinado por el momento cerrar un presupuesto y unos plazos concretos, afirmando que se trata de una obra de tal envergadura que es muy difícil de calcular su coste. "Cuando tengamos más noticias la parroquia informará a la feligresía", señala el rector.

Cabe recordar que hace poco se cumplieron veinte años de la reconstrucción, a principios de 1998, del pináculo de la conocida también como Torre Rubí. Unos trabajos obligados por la aparición de grandes grietas dos años antes y que obligaron, en su momento, a meses de esfuerzos y 70 millones de pesetas de presupuesto que consiguieron devolver a Manacor la silueta que sus vecinos creyeron que iban a perder. En este caso la situación no es tan grave, aunque llevará su tiempo.