Si, a un año vista, hay un factor que diferencia a las próximas elecciones municipales de cualquier otro comicio precedente, es la irrupción y la consolidación progresiva de nuevas formaciones y coaliciones políticas.
La convocatoria de 2015 pilló a Podemos y a Ciudadanos en fase casi embrionaria en Baleares. Obligó a la precipitación y en la mayoría de casos a procurarse alianzas para poder ocurrir a las elecciones. Tres años más tarde ya está claro que ambas formaciones aspiran a presentar lista en cuantos más municipios mejor, lo confirman sus representantes y se nota a simple vista en la estrategia y el comportamiento de todos los partidos, los nuevos y los viejos.
Las elecciones de 2019 estarán, sin duda alguna, espoleadas por esta realidad que obliga a todos a permanecer cautos y vigilantes. Es el estímulo que tienen las próximas municipales, las urnas más cercanas al ciudadano, dentro de un ambiente general de desencanto con los comportamientos políticos en boga.
Pero no todo son siglas nuevas ni reclamos de cartel de estreno. En Mallorca también hay conocidos alcaldes que quieren repetir, caso de Calvià y Petra, otros que dan por concluido de antemano su ciclo de mando por voluntad o conveniencia personal, un tercer grupo que desoja la margarita o permanece a la expectativa y un último que aspira a candidaturas de otro rango. Los cargos municipales siempre han sido una plataforma de proyección superior. El caso de Martí Sansaloni, de conseller de Salud a alcalde de Petra, es una de las pocas excepciones que sin embargo no veta posibilidades diferentes.
El padrón se mueve del mismo modo que lo hacen las composiciones políticas. Varios municipios significativos de Mallorca pueden perder o ganar concejales en relación a su alteración de habitantes.
