Con los primeros borradores de regularización, el alquiler turístico de pisos en estructuras plurifamiliares sigue siendo el gran caballo de batalla. Los hoteleros de Calvià hubieran preferido que su Ayuntamiento se alineara con Palma, Llucmajor y Marratxí y descartara de plano los pisos vacaciones incluso en lo que respecta a un máximo de 6o días al año en las zonas maduras. En este aspecto, la uniformidad es mala consejera. La costa de Calvià tiene particularidades específicas -algunos de sus tramos son mera ocupación vacacional- con respecto a la de los municipios limítrofes. Deben tenerse en cuenta desde todas las posiciones.
Visto en estos términos que no pueden ser los únicos al analizar el alquiler turístico, a fin de cuentas estamos ante una cuestión de rivalidad y de competencia comercial. La preocupación de los hoteleros por la saturación que ocasionarán los turistas en pisos y su convicción de que las restricciones temporales no tendrán efectos prácticos sobre la saturación, obedece más a la defensa de su porción de negocio que a elementos objetivos contemplados y defendidos desde el punto de vista del interés general.
La saturación no es por tanto una mera acumulación de turistas. Es también un efecto de la administración de demanda y oferta y del monocultivo de la industria de descanso y ocio.
