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Lletra menuda

La apetencia por la propiedad

Hubo un tiempo en el que en Mallorca era posible ir a cualquier lugar mediante una red de caminos públicos trazada con huellas de necesidad y convivencia. Por si acaso quedaba alguna laguna, el derecho de paso se daba también por establecido respetando siempre una propiedad privada que incluso se sentía alagada ofreciendo hospitalidad al transeúnte. El único límite era el mar, pero no siempre infranqueable. Podía servir de enlace con el exterior, el lugar desde el que zarpaba la necesidad, los sueños y la aventura.

Sin embargo, con el desajuste entre territorio y población, explotación turística y estancia residencial, culturas de aquí y de allá, todo se ha revuelto y desajustado. Antes la costa solo estaba condicionada por los límites naturales, hoy el obstáculo es artificial y está vallado con alambres de egoísmo, incomprensión, aprovechamiento comercial descarado y portazo a la tradición establecida. La ley de Costas de 1998 es un articulado de buenas intenciones, la plasmación de la lógica de considerar la franja marítimo terrestre como espacio de dominio público, pero no se ha traducido en resultados prácticos solventes. Quizás porque ha topado con la roca mayor de la permisividad ancestral, el hormigón consolidado y la avaricia del uso particular de espacios públicos. Ni siquiera se tiene en cuenta, como recuerda la portavoz del GOB, que la concesión de usos no significa autorización exclusiva de ocupación de espacios.

Esta semana ha saltado el caso del vallado de los accesos de un tramo de playa en Calvià, entre Son Caliu y Portals Nous. No es el único. Demarcación de Costas ya tuvo que intervenir con anterioridad en Bendinat. El tira y afloja de cada año en Cala Varques de Manacor ya es un clásico. Así, suma y sigue.

Todo hace pensar que, tal como se han puesto las cosas, la defensa de la costa como espacio público y gratuito deberá convertirse en una constante en Mallorca. Al igual que la vigilancia para que la ley se cumpla y se paren los pies a los raptores de playas. Muchas concesiones otorgadas por tres décadas antes de la actual ley de Costas están a punto de expirar. Es una buena oportunidad para recomponer las cosas. No será fácil, porque ya hay nuevos furtivos y aprovechados al acecho en busca de privilegios.

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