El Firó de Sóller no tronó como es tradicional. Los 50 kilos de pólvora previstos se quedaron finalmente en 10 por la intervención de la Guardia Civil, que inmovilizó parte del material explosivo. Delegación de Gobierno atribuyó la falta de pólvora a un "problema de planificación" de la empresa suministradora, al tiempo que recordó que, "hasta el último momento", mantuvo contactos con el Ayuntamiento para subsanar "una serie de deficiencias administrativas". En cualquier caso, la emotividad de la fiesta no se vio afectada. Miles de personas tomaron parte en las batallas entre moros y cristianos que rememoran la incursión sarracena que se produjo el 11 de mayo de 1561 en la que las tropas locales repelieron el ataque pirata.

Y todo en una jornada caracterizada por la gran afluencia de público. La gratuidad del túnel de Sóller hizo de efecto llamada y el valle quedó prácticamente colapsado de vehículos y visitantes. La afluencia de foráneos empezó a notarse hacia el mediodía a medida que se acercaba la hora de inicio del Firó. Las llamadas de las autoridades advirtiendo que la capacidad de vehículos y personas en el Firó estaban limitados, tuvieron escasos efectos.

Como tampoco tuvieron muchos efectos prácticos los avisos para evitar la práctica del botellón, algo que nuevamente se produjo en las calles de Sóller y el Port, en los principales accesos por carretera al valle y en las inmediaciones del polígono industrial. Las incidencias que se registraron fueron las habituales del Firó: contusiones, magulladuras, algunas quemaduras y consumo excesivo de alcohol. Para que todo se desarrollara con los mínimos incidentes, se desplegó el dispositivo de seguridad más amplio que jamás ha tenido el Firó en toda su historia. Más de 150 efectivos entre Guardia Civil, Policía Local, seguridad privada, Cruz Roja, Protección Civil, Bombers de Mallorca, Ibsalut y Emergències del Govern se desplegaron por los distintos escenarios donde se desarrolló el Firó con el fin de garantizar la seguridad del público y los participantes.

El día gran de Sóller comenzó con la ofrenda floral en el monumento al 11 de Mayo de 1561 y la posterior misa en Can Tamany, el lugar donde la historia sitúa uno de los capítulos de la fiesta, el referido a las Valentes Dones (las hermanas Francisca y Catalina Casanovas) que acabaron con la tranca de la puerta con unos moros que iban a saquear su casa.

Las diferentes batallas empezaron a las 17 horas de la tarde en el Port de Sóller, con todo el elenco de personajes históricos. Los más relevantes fueron el nuevo capità Angelats, encarnado por Guillem Coll o el rei Moro, llamado Otxi Alí, interpretado por Hipólito Bautista. Las tropas capitaneadas por el pirata calabrés, que trabajaba a las órdenes del turco Dragut, hicieron su desembarco en el Port de Sóller donde les esperaban centenares de payeses para repeler su incursión a las órdenes del capità Angelats. El primer campo de batalla fue la playa de Can Generós donde los moros de Otxi Alí impusieron su fuerza. El ruido de las espadas, petardos, escopetas y trabucos se trasladó después a la playa de Can Repic.

Tras otra batalla en el Pont d'en Barona, la suerte de los sollerics estaba prácticamente echada. Sólo faltaba el saqueo de Sóller para que la piratería diese por concluida su incursión. Pero los sarracenos toparon con la valentía de los soldados y campesinos comandados por los capitanes Joan Angelats, Pere Frau, Ignasi García y Jaume Barceló. Así, a partir de las 20:30 horas, 4.000 participantes se vieron las caras en la madre de todas las batallas en la plaza de la Constitución de Sóller. Tras el saqueo y secuestro de mujeres y niños y después de haberse apropiado de todos sus bienes, los moros toparon con la contundencia de las tropas locales. Un año más, una cruenta batalla hizo sucumbir a los sarracenos.