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Entrevista

Maryse Bronner: "Mis muñecos de ganchillo son juguetes de niño pero exclusivos"

La artesana ha tenido que conjugar el bordado con el croché porque "con la aguja sola no se gana para vivir"

Maryse Bronner, con un muñeco de hilo, junto a su puesto de venta. P. C.

Maryse vive actualmente en Alcúdia, y es de esas mujeres que le sonríen a las penalidades. Está tan acostumbrada a trabajar duro para conseguir sus objetivos que nada es capaz de borrar su sonrisa. Trabaja horas y horas bordando o confeccionando muñecos de hilo y luego los vende ella misma en mercadillos y ferias.

P ¿Cuánto hace que llegó a España?

R Treinta años. Vine de vacaciones y me enamoré del jefe del bar del hotel en que me hospedé; hoy es mi marido, Cristóbal.

P ¿Y ya se quedó?

R Me quedé un año y me casé; luego volví a Francia para dar a luz a mi hijo. Mi marido vino conmigo, pero en 1994 tuvimos que volver porque no teníamos trabajo. Estuvimos trabajando en hoteles hasta que hace unos diez años decidí afrontar el reto empresarial de la artesanía. Yo estudié corte y confección en mi pueblo, siendo una adolescente, y siempre había cosido, así que agarré el toro por los cuernos y aquí estoy, luchando por ganarme el pan con mis manos.

P ¿De qué trabajaba usted cuando estaba soltera?

R Trabajaba como modista para una empresa familiar en Alemania. Mi pueblo es el último de Francia, en la región de Alsacia; el siguiente pueblo ya es alemán. Yo cada día cruzaba la frontera para ir al trabajo y volvía a dormir a Francia. Confeccionábamos ropa para bebés, pantalones para adultos; trabajábamos casi en exclusiva para los grandes almacenes C&A.

P Cuando usted vino a España no podría trabajar porque aún no formábamos parte de la UE ¿No?

R Efectivamente, era una extranjera. Podía residir porque estaba casada con un español, pero no tenía permiso de trabajo; caí en una gran depresión pero saqué coraje y reuní todos los papeles y permisos para trabajar. Siempre he querido trabajar, aún teniendo hijos pequeños.

P ¿Y por qué razón dejó el trabajo en la hostelería y retomó la artesanía de la confección?

R Tenía problemas de salud. No podía seguir el ritmo duro de la hostelería y comencé de nuevo a bordar. Poco a poco busqué ferias y mercados, con ayuda de amigos, para poder sacar a la venta mi producto. No ha sido fácil en absoluto y al final, he tenido que compaginar el bordado con la confección de muñecos en hilo para lograr un jornal medianamente digno.

P ¿No funciona la venta de bordados?

R El bordado es una de las artesanías más apreciadas. No hay mujer que no desee un ajuar bordado, pero es tan trabajoso que es prohibitivo para muchas personas. Además, es muy personal; las piezas se hacen casi todas por encargo; es difícil producir para tener stock puesto que cada persona quiere una medida o un motivo en particular.

P ¿Cómo de trabajoso es? ¿Cuánto tarda en bordar, por ejemplo el mantel de una mesa de comedor?

R Depende del motivo, pero calcule unas 2 ó 3 semanas. Yo cobro entre 200 y 250 euros por ese trabajo, lo cual es baratísimo, pero para el que paga es mucho.

P ¿Qué bordados hace?

R Punto de Cruz, mallorquín, Richelieu, etc. Éste último es el más difícil porque después se ha de recortar la tela por dentro y es preciso cuidar de no cortar ningún punto.

P ¿Qué nos cuenta de los muñecos de ganchillo?

R Que he tenido que ponerme a confeccionarlos para vender más. No llevan tanto trabajo como el bordado y también son muy apreciados. Aun así yo me pongo a trabajar con el ganchillo a las seis de la mañana y hasta la madrugada los días que no tengo mercado. Y los ratos muertos de las ferias igual. Los artesanos somos como los payeses, no tenemos días libres.

P ¿Se puede decir que son juguetes?

R Lo son. Aunque mucha gente los compra para adorno porque evidentemente son piezas exclusivas hechas a mano, pero yo disfruto de que se lo compren a un niño como juguete. Yo no uso piezas que puedan saltar y hacerles daño; todo es hilo y algodón lavable a 30 grados en la lavadora.

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