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Entrevista

Júlia Acosta: "No es natural que un niño aprenda lenguaje musical sin saber leer"

"Aunque durante una sesión no cante ni abra la boca, puede estar absorbiendo y descubriendo muchas cosas"

Júlia Acosta abrió ´Sentits´ en 2015 en Porto Cristo s. sansó

¿En qué consiste el método Gordon?

Se basa en una metodología de aprendizaje musical para niños que sigue unas pautas más naturales. Edwin Gordon fue un músico y pedagogo norteamericano especializado en la búsqueda musical infantil. Él vio que no era muy natural que un niño de corta edad aprendiera figuras rítmicas y melodías, cuando a nivel verbal y motriz aún no estaba preparado para ello. Que por otra parte es lo que sigue pasando en la mayoría de escuelas de música, al menos en nuestro país.

¿Aprender música es como aprender a hablar?

Eso es, me refiero a que debe ser también un proceso gradual. Hay que respetar la evolución madurativa de los pequeños. Darles respuestas y herramientas tonales y rítmicas de forma progresiva y trabajando también con las familias, que son una pieza muy importante.

¿Los padres están presentes en ese aprendizaje?

Son fundamentales desde los cero a los tres años, básicamente. Después, de los tres a los seis ya suelen entrar a clase solos. En ocasiones los padres se sorprenden al ver que en 50 minutos de sesión su hijo ‘solamente’ ha mirado y no ha abierto la boca, por ejemplo. Pero en realidad ha estado absorbiendo y descubriendo un montón de cosas de la clase y de ellos. El de los padres es un canal que llega directamente al niño.

¿Cómo aprende música un bebé de tres meses?

En la primera infancia hay que empezar por melodías sin letra, construirla con los sonidos que pronuncian los bebés antes de empezar a hablar.

Por cierto, ¿cómo llegó usted hasta aquí?

Yo estudié educación musical tradicional en una escuela, para después seguir con Magisterio especializado. En la fase final de la carrera fui de Erasmus a Viena a hacer prácticas y me encontré con una metodología completamente nueva en España. Los niños aprendían por el método pedagógico Waldorf sobre todo, lo que me hizo ver que había otras formas de llegar, y que no todo tiene que ser un camino recto y encorsetado del que no te puedes desviar.

Después trabajé en la Escola de Música de Porto Cristo, donde mis inquietudes me llevaron a conocer a Dàmaris Gelabert y su método ‘Tot sona’, basado en el aprendizaje musical con enfasis en la estimulación. Viajé hasta Catalunya para hacer el curso, y después otro de especialización en el método Gordon.

Hasta llegar a abrir su propio centro.

Efectivamente, unos años después abrí ‘Sentits’, en 2015 en Porto Cristo.

Por lo que me cuenta, hay una especie de vacío en la enseñanza musical antes de los cuatro años.

Sí, hay pocas cosas, la verdad. Y además en esas edades la enseñanza tradicional puede llegar a ser frustrante para el niño. En general, a los padres les interesa el resultado y no el proceso, quieren ver cómo su hijo canta en un concierto de Navidad y sacar su cámara para filmarlo. Para que eso salga bien, usted no se imagina la cantidad de repeticiones que deben realizarse para que un niño, que no sabe leer ni escribir, sepa la letra y esté quieto en un escenario. No creo que sea un proceso natural.

En su caso los padres sí se ‘mojan’.

Sí, al principio muchos lo ven como un ambiente extraño, porque vamos sin zapatos y trabajamos en el suelo. Además, la comunicación verbal es la mínima posible, para que todo se base en la observación y la implicación directa de los progenitores. Muchos de ellos al principio sienten un poco de vergüenza por tener que cantar o moverse, pero es normal.

¿El método tradicional destruye la ilusión de unos alumnos de tan corta edad?

Entre los tres, cuatro o cinco años no, pero a los seis empiezan a introducirse en clase elementos como el pentagrama, los libros, la pizarra, la teoría... cosas que el niño relaciona con el colegio. Además, aunque podrían, la teoría dice que no pueden tocar un instrumento sin un lenguaje musical previo, sin canto coral... Creo que es hora de desaprender y volver a hacerlo de otra forma.

¿Pero cómo?

Mediante la improvisación, la experimentación de cuerpo y voz. Como le decía, llegar al aprendizaje pero de una forma más entretenida y acorde a la evolución y crecimiento de un niño. Además, para niños de entre cero y tres años prácticamente no hay nada dirigido a ellos.

Pasando a otro tema, también ofrecerá un servicio de musicología para pacientes con cáncer. Cuénteme un poco sobre el tema

Se trata de un proyecto que estamos puliendo junto con la psiconcóloga de la asociación de ayuda a pacientes con cáncer y sus familia, Aprop. Ella será quien derive a los enfermos que más lo necesiten en ese momento, y haremos grupos dependiendo de la fase anímica en que se encuentren.

¿En qué les puede ayudar?

Sobre todo, en su autoestima y su imagen corporal. Muchas veces, la música es un gran canal de salida de emociones, y de una comunicación que quizá de una forma verbal el enfermo no logra expresar. La sesiones serán en el local que tiene Aprop en Porto Cristo.

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