Por norma general, uno piensa en ovejas para dormir, contándolas. Pero, para los ganaderos de la isla, pensar en esas ovejas también es motivo de desvelo y de pesadilla por varios factores. Las personas que se dedican al sector ovino en Mallorca tienen que lidiar con sus lobos, metafóricamente hablando, claro. Como el descenso de la demanda, la escasa rentabilidad, la feroz competencia internacional...

Por no hablar de que, en los últimos años, se han recrudecido los ataques de perros a rebaños. Un dato: sólo desde abril de 2017, el sindicato Unió de Pagesos de MallorcaUnió de Pagesos tiene contabilizados 253 ejemplares muertos a causa de estas razzias caninas.

"Y la cifra seguro que es más alta. Un 50 % superior como mínimo, porque hay que pensar que mucha gente no lo denuncia", expone el secretario general de este sindicato, Sebastià Ordines. Él lo ha sufrido en sus carnes. En la finca de Santa Maria en que tiene guardes de ovejas sufrió recientemente una incursión de canes que acabó con una veintena de ejemplares muertos.

"Aumento brutal"

El fenómeno va a más, generando una profunda inquietud en el sector, que sufre graves pérdidas económicas. "No nos engañemos, siempre se han producido estos ataques. Pero, en los últimos años, ha habido un incremento brutal. Prácticamente, uno por semana", expone Ordines.

Uno de los factores que sugiere a modo de explicación: la mayor presión humana sobre foravila, en una isla donde el censo demográfico no deja de crecer. Eso provoca que haya un número cada vez mayor de gente que adopta la part forana.

"El problema de muchos de estos perros es que no están socializados. Se quedan solos en las casas durante mucho tiempo", apunta Jaume Coll, un rostro conocido de la televisión por su aparición en el programa Uep com anam, de IB3, y una persona muy vinculada al mundo del campo. A su cargo, casi 300 ovejas, repartidas en seis grupos ( guardes).

Desde que entró en este mundo, "hace unos cuatro o cinco años", él calcula que su rebaño habrá sufrido más de una veintena de ataques de canes.

"Es un dineral"

Con cada una de estas incursiones, se produce un daño económico para unos trabajadores que no nadan precisamente en la burbuja de la economía turística. El dato objetivo es que cada ejemplar está valorado en unos 60 ó 70 euros. Pero, en verdad, la pérdida es mucho mayor. "¡Es un dineral!", sostiene Coll, quien recuerda "todo el trabajo que hay detrás", así como el dinero invertido en crianzas, procesos selectivos...

En la misma línea se pronuncia el secretario general de Unió de Pagesos de Mallorca, quien advierte de otras secuelas no tan tangibles. "La 'guarda', tras un ataque, se vuelve esquiva, es de difícil manejo, porque las ovejas están muy alarmadas. Lo que te pueden pagar (de indemnización) es irrisorio ante el daño real que te hacen", apunta. Y aquí llegamos a uno de las claves que se apunta desde el sector como posible solución a estos episodios que, de cada vez más, lastran los rebaños de la part forana.

"Todas las explotaciones ganaderas tienen que estar censadas, contar con la cartilla ganadera. Y una vez cada cinco años hacen extracciones de sangre de cada oveja. Hay un control brutal y, en cambio, con los perros no hay tanto control", expone Ordines. Los ganaderos ovinos abogan por la creación de un censo de perros, medida que iría acompañada del pago de una tasa.

Reparación del daño

"Con esa tasa", desarrolla el secretario general de Unió de Pagesos, "se podría constituir una bolsa con la que paliar los daños causados por estos ataques". "Y, si resulta que no ha habido daños, proponemos que ese dinero recaudado se destine a campañas de concienciación", agrega.

Una concienciación necesaria desde el punto de vista del propietario de canes, que, en ocasiones, opta por la picaresca. En este sentido, desde el sector se recuerda que, cuando un perro no catalogado como peligroso comete un ataque, automáticamente pasa a ser considerado por la normativa como tal. Y esto implica el pago de un seguro anual de 300 euros. ¿Qué sucede entonces? "Hay dueños que no los van a recoger y los dejan abandonados", concluye el representante sindical. El sector recuerda también que cada perro debe contar con un chip, lo que "apenas sucede en un 20% de los casos". "Si sufrimos el ataque de un perro que no lleva un chip, no podemos hacer absolutamente nada para identificar al dueño", se lamenta Ordines.

La proliferación de estos ataques no ayuda a remontar el vuelo a la cabaña ovina de Mallorca, que ha perdido 30.000 ejemplares en los últimos años, como consecuencia de las nuevas tendencias del mercado, marcadas por la reducción del consumo y la creciente importación de carne de cordero procedente de Australia y Nueva Zelanda.