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Lletra menuda: La resaca de la alegría inmobiliaria, por Llorenç Riera

En su accidentado trasvase y disolución en beneficio de Bankia, todavía inconclusa -pregúntenlo a los clientes- Sa Nostra ha perdido muchos papeles. Lo ha hecho por igual en sentido material y figurado, entre sobradas ambiciones inmobiliarias y para desesperación del usuario modesto.

En Cala Llamp de Andratx ha dado uno de los rayos de esa tormenta del crédito de riesgo y la licencia urbanizadora fácil y turbia. La entidad intermedia, BNM, pretendía evitar la orden judicial de demolición de la docena de apartamentos que Manolo Zapata levantó con una licencia del gobierno de Eugenio Hidalgo en 2005 y ya declarada nula por la Justicia en 2009. BNM se agarraba a un hipotético defecto formal que se le niega por presentar su reclamación fuera de tiempo. La perdida de papeles aludida antes.

Con la demolición en ciernes, el banco ve peligrar la posible ejecución hipotecaria de los 4 millones que todavía se le deben. Es la alegría del crédito fácil que ha llevado a Sa Nostra a la perdición pero, todo junto, también constituye el reflejo de la fiesta inmobiliaria que ha sido Mallorca durante muchos años. Andratx es uno de sus escenarios de lujo preferentes, pero no el único. La puerta abierta del crédito bancario y la licencia municipal fácil ha cicatrizado el territorio y, entre otras cosas, cimentado la saturación de los juzgados. No son las únicas secuelas y resacas que todavía perdurarán durante mucho tiempo.

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