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Sa Pobla

El asombroso proceso de mecanización de la ´marjal´

El campo de sa Pobla resolvió en apenas 50 años los quebraderos de cabeza que provocaba la extracción de agua entre los agricultores

Una máquina cosechadora recoge patatas en la ´marjal´ de sa Pobla. p. c.

Desde arar la tierra con los primitivos arados tirados por bueyes y caballerías a hacerlo con los motocultores o tractores. Pasar del riego manual con los más rudimentarios sistemas al actual riego por aspersión o goteo, pasando por el uso de las norias o los molinos de viento para la extracción del agua, han venido marcando el que podríamos considerar el proceso de mecanización de las labores agrícolas, hasta la automatización de algunos de esos trabajos.

Centrándonos en la que fue pujante y próspera agricultura en sa Pobla a partir de la generación de 1910, de cuyos hombres y mujeres tanto se ha loado su trabajo y sacrificio en pos de convertir los áridos e improductivos eriales en ricos vergeles, observamos como el proceso de mecanización y posterior electrificación del campo jugaron un papel importante a partir de mediados del siglo XIX.

Un documentado trabajo publicado por el vicario Joan Parera i Sansó en su revista Sa Marjal (nº 193. Julio de 1917) explica cómo se produjo, paso a paso, este proceso de mecanización experimentado en la agricultura poblense, que durante años fue objeto de admiración y elogio tanto por su pujanza productiva como por el bello paisaje que ofrecían sus cuidados campos.

Empieza el artículo de Parera diciendo que no puede negarse que "los ´poblers´ de hoy en día hayan progresado moralmente; pero tampoco puede ponerse en duda que han hecho muchos, pero muchos progresos materiales, haciendo de sa Pobla uno de los pueblos más adelantados de Mallorca..." Y se apresura a afirmar que, "sin duda uno de los motivos de ese progreso se basa en la resolución del problema del agua, lo que ha colocado a sa Pobla en primera línea de los pueblos de Mallorca." Queda claro lo que en tantas ocasiones se ha comentado sobre el esfuerzo titánico de aquella generación en el empeño de aflorar sobre sus tierras el agua que corría por sus entrañas.

La noria

En el artículo se señala que el Ayuntamiento, oponiéndose a la desecación de s'Albufera como contraria a los intereses del pueblo, el día 17 de agosto de 1859 presentó a la Superioridad un documento, que se conserva en el archivo de la Casa de la Villa, que demuestra que en aquel tiempo ya había 800 norias que, según el Consistorio, sufrirían un perjuicio anual por la mengua de las aguas.

Contradiciendo aquella equivocada opinión de las autoridades que se oponían a la desecación de s´Albufera, el artículo reflexiona que en 1959 tan solo se cultivaban unos 500 cuartones de alubias, mientras que "en la actualidad (1917) se cultivan 500 cuarteradas o muchas más, y si hace 60 años había 800 norias, ahora hay unas 2.000, que convierten las 4.000 cuarteradas de nuestras marjales en unas tierras fertilísimas, pues una noria, por término medio saca unos 200 metros cúbicos de agua cada día."

Con el comienzo de las obras de desecación de s'Albufera, en 1885, se instala en la finca propiedad de Tomeu Pericás Borneta el primer molino de viento para extracción de agua, al que siguieron el que instaló en 1889 Nicolau Socias Guixa y el de Sebastià Crespí en 1890 y así sucesivamente hasta llegar a contabilizarse más de 340 molinos.

Según se apunta, un molino mediano que accionara una bomba de émbolo de 35 centímetros de diámetro, aprovechando cinco horas de viento, sacaba 122 metros cúbicos de agua por día.

Motorización

Sigue el proceso de mecanización en los sistemas de extracción de agua de los pozos con la instalación, en 1914, del primer motor de explosión a gasolina marca Vellino en la finca de Son Tut, propiedad de Rafel Torres. El segundo motor lo instaló, al año siguiente, el rico terrateniente Miquel Planes y aquel año 1915 se instalaron cuatro más.

En 1916 se ensayaron los motores a carburol, cuyo consumo resultaba más económico que la gasolina. Y aquel mismo año empezaron a instalarse los primeros siete motores eléctricos, con resultados favorables.

El primer motor eléctrico se instaló en una finca propiedad de doña Joaneta Socias Caimari, tía del ingeniero Bartomeu Comas Socias, que era quien se encargaba de todas las instalaciones eléctricas que activaban un motor de cinco caballos de potencia con una bomba centrífuga que extraía 500 litros de agua por minuto, 30 metros cúbicos por hora. El segundo motor eléctrico con centrífuga se instaló en Son Monjo, el tercero lo puso en su finca Sebastià Galmés, y así hasta siete.

Al año siguiente se instalaron otros 24 motores eléctricos, haciendo un total de 31, doce de los cuales fueron aplicados a norias con excelentes resultados. Aquel mismo año 1917 don Joan Planas instalaría en su finca de Can Bonafús un motor de gas pobre de 35 caballos de potencia capaz de extraer 1.900 litros por minuto, o sea, más de 16.000 metros cúbicos de agua por hora. Un estudio constataba que entre las 2.000 norias, los 340 molinos y los 55 motores, se sacaban cada día unos 460.000 metros cúbicos de agua.

El problema del agua que tanto preocupaba a las generaciones ´pobleres´ de finales del siglo XVIII y principios del XIX quedaba solucionado de una vez por todas en apenas cincuenta años. Los que separan el comienzo de las obras de desecación de s'Albufera, con el final de aquella tan esforzada generación de 1910.

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