Un grupo de mujeres de Son Servera forma el equipo de voluntarias de la perrera municipal. Ellas, que nada tienen que ver con la gestión de estas dependencias, son las encargadas de sacar a pasear a los perros, durante 365 días al año, dando unos momentos de ocio y cariño humano a unos animales que lo precisan, ya que pasan el día entre jaulas, con el único contacto humano de los encargados que acuden a darles la comida o a realizar la limpieza de las jaulas. Todo ello lo realizan de manera altruista y totalmente desinteresada, lo hacen por el amor que tienen a los animales.

El grupo del voluntariado lo integran unas treinta personas, aunque en la realidad los que realmente están involucradas en el proyecto ejerciendo su trabajo de manera continuada son un grupo, compuesto por unas diez mujeres. Ellas dejan parte de su tiempo libre, ya que todas trabajan o estudian, para dedicarlo a los canes que permanecen encerrados a la espera de una adopción.

Diariamente voluntarias acuden al centro para cumplir con sus obligaciones, firman en su hoja de entrada y salida, dejando constancia de su labor. Se organizan semanalmente por turnos a través de un grupo de WhatsApp para organizar los paseos de la semana, suelen ser paseos de unos 20 minutos para que puedan salir de la jaula todos. Una vez al mes coinciden todas juntas, suele ser un domingo, para que los animales también puedan salir a pasear, con sus compañeros de jaula, todos juntos.

Todas cumplen con la normativa en el momento de sacar a los animales a la calle, normativa que cumplen estrictamente, usando bozales, arneses, correas adecuadas para cada can, bolsas para la recogida de excrementos o chalecos que identifican al voluntario que lleva el animal.

Polígono y montaña

Los paseos los efectúan en las calles del polígono industrial, aunque la proximidad de las dependencias municipales con la montaña les permite también que los paseos se puedan realizar por rutas senderistas que transcurren por paisajes de gran belleza natural, para disfrute tanto de canes como de voluntarias.

Entre los perros que pasean se encuentran ejemplares de animales sin chip a los que no han podido identificar ni saber su procedencia o edad, otros considerados de razas potencialmente peligrosas, aunque las voluntarias aseguran que habría que entrecomillar lo de razas peligrosas, ya que los ejemplares que ellas pasean son animales cariñosos y poco peligrosos. Generalmente los que más están en el recinto son los ejemplares de más de cuatro o cinco años, ya que los jovencitos es más fácil que se adopten.

En este sentido, la voluntaria Marga Bauzà afirma: "A nosotras nos da pena que un perro de 3 o 4 años no pueda tener las mismas oportunidades que uno de 2 meses, si realmente nos darán lo mismo". Por otro lado, la voluntaria Natalia Morey recuerda: "Antes de comprar pensemos en adoptar a estos animales, que son igual de cariñosos y que realmente lo necesitan porque lo han pasado mal". Si les preguntamos por la gestión que se lleva del centro municipal, confiesan que es un modelo a seguir, ellas se sienten atendidas por las demandas que hacen tanto a la empresa concesionaria como al propio consistorio y satisfechas con el trato que tienen los animales por parte de los cuidadores.

Se autodefinen como animalistas y luchadoras de los derechos de los animales, en este caso, de los perros, convirtiéndose en su voz. Si han decidido dedicar su tiempo libre a los animales, dicen, es porque es una acción que no les cuesta nada, pero para los animales es muy valiosa.

El grupo de voluntarias mantiene contacto y colaboración con otras asociaciones que realizan acciones similares, pero también participan en actos sociales del municipio, concienciando a sus conciudadanos de la responsabilidad que supone tener un animal bajo su responsabilidad, o de hacer campañas divulgativas de su trabajo altruista, para que otras personas interesadas les ayuden en su labor desinteresada en defensa de los animales.