Cuando la sociedad, un determinado colectivo o persona acomodada se apoltrona en su propio bienestar corre el riesgo de quedar encerrado en una jaula de egoísmos nocivos para la salud pública entendida por igual como bien particular y general. Entonces es cuando se pueden abrir las vías de escape que dan salida a episodios de contagio como el que acaba de producirse en Lloret de Vistalegre.
Amparado con el disfraz del anonimato, alguien ha dejado un vertido cuantioso de neumáticos en la sensible Comuna de Lloret de Vistalegre. Es el gran carnaval de la irresponsabilidad que merece reprimenda de responsabilidad penal y ordenanza municipal. Por eso el Seprona y el Ayuntamiento ya se afanan en quitar la careta al autor y conductor de tan descomunal fechoría.
El impacto es mayúsculo. No se limita solo al daño ecológico que ya de por sí es muy grave. A los vecinos de Lloret les pesa la impresión de que les han vertido basura no reciclable en casa. Tienen a la Comuna, en plena aplicación del término, como casa común en la que además, practican la hospitalidad del ocio dominguero de buen número de mallorquines. El camionero furtivo de volquete agresivo contra el medio ambiente no sabe muy lo qué ha hecho. Ha sido presa del gran estorbo de los neumáticos inservibles. Sin embargo, su acción premeditada no le exime de responsabilidad alguna. No será difícil dar con él y adoptar medidas para incidir en la protección de la Comuna de Lloret.
