El ayuntamiento de Santanyí dice que las pateras de los inmigrantes que han logrado alcanzar Cala Figuera ofrecen una mala imagen y que por eso las retira del Caló d´en Busquets, a pesar de no ser competencia suya ni tener propietario a quien reclamar.
Casi resulta imposible acumular mayor grado de denuncia en un mismo hecho como el que comporta esta actuación municipal. Cierto, mala imagen, pero no es solo un déficit estético, es también la mala imagen de los hechos, de la cruda realidad, aún peor que la visual, de la precariedad humana y de la falta de canales decentes para tratar como personas a quienes se arriesgan a atravesar el Mediterráneo en busca de mera supervivencia a bordo de una patera clandestina. La Administración solo atiende a estos dos últimos términos. No le interesa todo lo anterior.
El trabajo endosado a la brigada municipal de Santanyí es una denuncia cruzada en distintos niveles. Es la mala imagen real que debería inquietar a los países del Magreb, a la Unión Europea y a una misma Guardia Civil que, aún con la obediencia debida, podría replantearse si todo puede ser tan simple como detener a quien se ha jugado la vida para sobrevivir y entregarlo a las vías legales de la deportación.
