Ayer a mediodía la parroquia de la Nativitat del la Mare de Déu de Costitx fue el escenario que acogió la ordenación de Roger Fernández Balaguer como nuevo diácono permanente de la diócesis de Mallorca. Roger Fernández, de 57 años, está casado, tiene dos hijos, es licenciado en Ciencias Religiosas y lleva más de 30 años ejerciendo la docencia como profesor de religión.

La celebración, que fue presidida por el obispo de Mallorca, Sebastià Taltavull, congregó a un numeroso grupo de vecinos de la localidad del Pla de Mallorca a los que se añadieron los invitados a la ordenación: sacerdotes, diáconos permanentes y amistades de Roger.

Uno de los momentos más emotivos de la celebración fue el canto de la Letanía de los santos, la imposición de manos por parte del obispo y el revestimiento con la dalmática del nuevo diácono permanente.

En estos momentos la diócesis de Mallorca cuenta con 16 diáconos permanentes ordenados trabajando en diversas parroquias y siete candidatos que están en proceso de formación.

La figura del diácono ya aparece en las primeras comunidades cristianas en tiempo de los apóstoles como servidores de las mismas, pero fue con el Concilio Vaticano II cuando esta figura, tercera en la escala de la jerarquía eclesial, volvió a resurgir.

La formación académica del diácono permanente pasa por tres años de estudio en el Instituto de Ciencias Religiosas (ISUCIR), dependiente de la Facultad de Teología de Barcelona, que se van combinando con la labor pastoral en la parroquia de procedencia.

El diácono permanente depende directamente del obispo de la diócesis y las tareas que le son encomendadas son la dedición a los pobres, la predicación, la administración del sacramento del bautismo y el matrimonio, atender a los necesitados, a los enfermos, presidir las exequias de los difuntos, la celebración de la Palabra, la catequesis y sobre todo el servicio a la comunidad cristiana, ya sea llevando la administración y organización de una parroquia.