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Análisis

Franz Kafka habita en los semáforos de Consell

Este es uno de los días en los que la burocracia se impone a la realidad. Es el día en el que Kafka podría escribir una segunda parte de El proceso. La pesadilla de Josef K. ya no sería individual, sino colectiva.

El semáforo no funciona desde hace cinco días. ¿Por qué? Por una avería. ¿Y por que no lo arreglan? Porque el trabajo no se ha adjudicado a ninguna empresa. ¿Por qué? Porque la perdedora ha impugnado el concurso. ¿Y cómo se soluciona el problema? Con una resolución del Tribunal Central de Contratación. ¿Y por qué no se ha dictado el fallo? Tardan dos meses, aunque han pasado más de tres y aún no se ha conocido el veredicto. ¿Y nadie se da cuenta de que se pone en riesgo la seguridad de los automovilistas y de los peatones de Consell? ¿Nadie se enterad de que hay problemas con la fluidez del tráfico? No se puede solucionar. ¿Por qué? Es el procedimiento.

El día que los procedimientos atentan contra la razón, solo cabe una respuesta: cambiarlos. Cuando los protocolos son un obstáculo para la prestación de un servicio correcto a los ciudadanos, hay que correr a gorrazos a los que los han redactado. Cuando la ley pone en peligro la seguridad de los ciudadanos, hay que saltársela, o al menos vadearla. Cuando un organismo no da respuesta inmediata a una necesidad urgente de los administrados, hay que echar a patadas a sus responsables.

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