Hace tiempo que la plaza Mallorca de Inca reclama intervención. Necesita mano de arquitecto, urbanista y sentido común para derruir la agresión estética que supone. Resulta un espacio para esquivar antes que un recurso público para usar. Este es su triste destino a la espera de una mejor solución que, salvo mayores imprevistos, ya se vislumbra en el horizonte.
El Ayuntamiento ha tenido la feliz idea de convocar un concurso de ideas, ya resuelto, para dar nueva vida a la controvertida plaza. El proyecto Fonamental de Pablo Villalonga y Gerardo José Pérez de Amezaga es el elegido para salvar desniveles, vestir de verde y aportar multifunción a la plaza Mallorca. Una buena iniciativa que sin embargo se va adentrando en la niebla de la polémica y la sospecha a medida que se van desvelando los pormenores de un concurso que el Ayuntamiento parece querer edulcorar con silencio.
Por lo menos uno de los participantes ha presentado alegaciones, en forma de solicitud de aclaraciones y envite a la anulación de la resolución, al entender que hay claras deficiencias tanto sobre la composición de jurado como en el procedimiento seguido para alcanzar el fallo. Se cuestiona la insuficiente presencia de arquitectos en relación a lo estipulado por las bases, la forma de redacción de las actas, la falta de clasificación de los proyectos, la ruptura del anonimato y el incumplimiento de los plazos establecidos para la constitución del tribunal y la resolución.
Ante todo ello se ha obtenido el silencio por respuesta pese a las promesas municipales de dar explicaciones. Son malos cimientos para una reforma necesaria y urgente de un espacio vital para Inca. Mejor que el rejuvenecimiento y modernización útil de la plaza Mallorca se hubiera asentado sobre mayor transparencia, justificación y claridad. Habrá pérgolas en ella. Es posible. Lo seguro es que ya las tiene de confusión y contestación por el método y actitud utilizados.
