Durante estos dos últimos años han aparecido casi una docena de vacas muertas flotando en el mar, según fuentes del Centro de Protección de Animales Domésticos (CEPAD), con sede en Santa Eugènia. La última ha sido encontrada hace unos días en Cala Domingos (Manacor).

En un principio, y para quien no esté versado en los problemas de la ganadería insular, puede parecer un accidente fortuito. Sin embargo, un detalle ha llamado la atención a los técnicos del CEPAD, que han puesto en conocimiento de la conselleria de Medio Ambiente una circunstancia que hace pensar que las reses no van a parar al mar de forma fortuita. Antoni Mas, presidente de la fundación Natura Parc, donde se ubica el CEPAD, explica que "ninguna de las vacas rescatadas llevaba el obligatorio 'pendiente' con el número que la identifica".

El ganado vacuno, así como el caprino y ovino, lleva un 'pendiente' en una de las orejas con el número identificativo que le relaciona con la ganadería a la que pertenece. Se trata en realidad de una pequeña placa de plástico muy visible y que no es posible quitar al animal pues la lleva implantada en la oreja como si de un pendiente real se tratara.

Mas explica que "curiosamente todas las reses rescatadas tenían cortadas las orejas".

Incineración

La explicación a este proceder radica en lo costoso que puede resultar para un ganadero eliminar un vaca que haya fallecido. Un ganadero de la comarca de Inca explicó a este diario que "la Conselleria permite enterrarla cuando se encuentre en un lugar remoto y siempre bajo unas condiciones muy controladas como verter cal y otros requisitos. Pero si fallece en la explotación y puede ser trasladada se debe entregar para incinerar, pagando los gastos, evidentemente". El ganadero indica que "incinerar una vaca puede costar perfectamente unos 500 euros".

Mas apunta que "es difícil determinar la procedencia de las vacas aparecidas. Podrían proceder de un barco, o incluso de otra isla". El presidente de Natura Parc especifica que en todos los casos eran vacas lecheras o de carne".

Estos cadáveres suponen un peligro para la navegación porque pueden provocar una vía de agua o una avería seria a una pequeña embarcación, o un yate, que navegue de noche, según ha explicado David Carsi, presidente de la cofradía de pescadores del Port d'Alcúdia.