La gallina de los huevos de oro del ayuntamiento de Campos, en estas tres últimas décadas, los chiringuitos de las playas de es Trenc, ses Covetes, sa Ràpita y es Coto-Els Estanys, podría volver a cacarear y generar ingresos económicos a las arcas locales en 2018. Cabe recordar que a finales de mayo de este 2017 fueron demolidos a raíz de una sentencia del Tribunal Supremo por la que se anulaba una disposición de la Ley de Costas de 2014 que permitía la subsistencia de chiringuitos de obra en las playas naturales. Un particular presentó desde Canarias una impugnación a dicha disposición transitoria y la Justicia le dio la razón. Por ello, en España, sólo se permiten quioscos desmontables en las playas naturales, de una superficie máxima de 20 m2 a los que se pueden añadir 50 m2 de terraza. Bañistas consultados estos días por Diario de sobre la necesidad real de este característico negocio estival en primerísima línea del litoral.

Precisamente este 2017, el Govern balear ha aprobado la declaración de es Trenc-Salobrar de Campos como nuevo Parc Natural. Hay gente que, desde hace lustros, reclama firmemente una mayor preservación y control del frágil sistema dunar y la flora y fauna. En contraste, ciudadanos consideran que deben permitirse nuevos chiringuitos, a fin de facilitar baños y la compra de bebida y comida, si bien admiten que a lo mejor sería conveniente un menor número y en lugares que no causen impacto ambiental.

Intenso debate

Ulrich y Brigitte Müller, de Alemania, sostienen que los chiringuitos son positivos al ofrecer la posibilidad de comprar helados, refrescos, etc. Señalan que en sitios como Portugal hay una elevada cantidad de quioscos.

En cambio, Amaia, Sonia y Marta, de San Sebastián, opinan que así como está ahora, sin chiringuitos, la costa es más tranquila. Apuntan que en los núcleos cercanos (sa Ràpita, ses Covetes y la Colònia) ya existen suficientes bares. Lamentan tantos residuos: colillas, plásticos, cristales, etc.

Peter Polus, de Alemania, cree que el estado actual, sin negocios en los arenales vírgenes, "aporta una mayor calma y realza la naturaleza, es mejor".

Por su parte, Alejandro Román, de Barcelona, piensa que, en caso de instalarse nuevos chiringuitos la temporada que viene, deberían ser pocos, a fin de que haya atractivos tramos naturales, y muy bien repartidos. Reconoce, en plena puesta de sol, que la costa campanera es muy bella: "Me encanta, es un lugar idílico".

Concha Santiso y Karmele Larredondo, de La Rioja y Bilbao, son vivo ejemplo de la discrepancia generada por este asunto. Una pide que haya chiringuito: "Hace unos veinte años vine a es Trenc ¡y había un chiringuito maravilloso!". La otra, en contraste, prefiere que prime la naturaleza. Finalmente, ambas alcanzan un consenso: "El aparcamiento de es Trenc, segunda línea, no sería un mal lugar para instalar un chiringuito".

Inés Bravo y Eudes Guzmán, de Málaga, afirman que algún que otro quiosco desmontable, "tipo cabaña, con servicios, no vendría mal, por ejemplo en el parking".

Marc Darves, residente en la Colònia desde hace 40 años, destaca que así como está ahora, sin chiringuitos, "hay mayor tranquilidad, se resalta la naturaleza y vienen incluso más mallorquines".