Su fama evoca las historias de viejos lobos de mar, a la literatura, al cine y a la alta costura. El ámbar gris, ese producto extraño salido del estómago de los cachalotes cuyas propiedades han sido loadas por culturas e historiadores, técnicamente es una secreción producida por el animal tras una digestión complicada. No se trata de su vómito como se había creído durante siglos, sino la expulsión por vía rectal de aquello que no ha podido procesar y que en muchas ocasiones le ocasiona hasta la muerte.

La sustancia, aglutinada de manera poco uniforme como si fuera una piedra, es cerosa e inflamable y sus tonalidades pueden variar. De fuerte olor, que se va apagando y dulcificando a medida que se seca, se suele usar en perfumería de alta calidad como fijador de los olores, pese a que muchas marcas ya se decantan por compuestos sintéticos.

El ámbar gris aparece como objeto de lujo en novelas tan icónicas como Moby Dick (Herman Melville, 1851) o El perfume (Patrick Süskind, 1992) y en fragancias tan emblemáticas como el Chanel nº5.